‘Amberes’, el libro que sólo entiende Roberto Bolaño

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Cita textual de Amberes, novela de Roberto Bolaño: «Díganle al estúpido de Arnold Bennet que todas las reglas de construcción siguen siendo válidas sólo para las novelas que son copias de otras». El escritor chileno es sobradamente conocido precisamente por haber infringido todas y cada una de las reglas que conforman una novela al uso. En este caso, en el de Amberes, lo que no parece quedar muy claro es si lo que el lector tiene entre manos es una novela, una antología de prosas poéticas, una novela policiaca o un poema de 119 páginas. Si en algunas de sus obras -como Estrella distante o Los detectives salvajes– podemos encontrarnos a Arturo Belano, alter ego literario de Bolaño, en esta ocasión es el propio escritor el que va apareciendo en algunos de los capítulos de la novela. Cuando dice que «agoniza en Barcelona un sudamericano en un dormitorio que apesta», se refiere a sí mismo en su cuchitril de la Calle Tallers.

Si bien la obra fue publicada en el año 2002 por la Editorial Anagrama, fue redactada 22 años antes, cuando Bolaño trabajaba en un Camping de Casteldefels y Arturo Belano todavía no existía. Lo de Amberes es una crítica, ya no por el contenido, sino por la forma. Es el infrarrealismo llevado a sus últimas consecuencias. Roberto Bolaño siempre fue irreverente, rebelde y un combatiente melancólico e individual por la libertad, no sólo de creación, sino de existencia. En esta novela, decide cargar con todas sus fuerzas contra los apuntalados criterios inamovibles del arte literario y, además, contra todo el commonsense que dicta cómo uno ha de vivir. Él mismo confesaba: «El desprecio que sentía por la así llamada literatura oficial era enorme». Ateniéndose a las normas, no habría podido escribir La literatura nazi en América o 2666. Tampoco habría podido llevar esa vida reflejada en la frase: «me sentía a una distancia equidistante de todos los países del mundo». Nacido en Santiago de Chile, criado en Quilpué, Cauquenes y Los Ángeles, provincia del Bío-Bío, probablemente pisase más ciudades en sus primeros años que algunos presidentes de Chile durante sus mandatos. Se mudó a México con 15 años y regresó a su país natal con 20, pocos días antes de que los hombres del General Pinochet derrocaran a Salvador Allende. Volvió al país azteca durante una temporada para luego trasladarse a Barcelona, de donde partiría a Gerona para después asentarse definitivamente en Blanes. Es decir, si desde el neolítico el sedentarismo es una de las características fundamentales del género humano, no lo fue así para la mayor parte de la vida del autor de Nocturno de Chile.

Amberes se compone de 56 capítulos que parecen haber sido ordenados bajo la lógica del barajeo de naipes. Ninguno de ellos supera las tres páginas y nos encontramos con declaraciones, alucinaciones, descripciones dignas de un guion cinematográfico, flashbacks, forwards y demás cambios de plano, tiempo y sentido. Para el lector promedio, se trata de una novela impenetrable y critica, resulta difícil pillarle el tranquillo. Quizás por eso, en un texto introductorio escrito en 2002 con motivo de la publicación del libro, Bolaño confiese: «Escribí este libro para los fantasmas, que son los únicos que tienen tiempo porque están fuera del tiempo». Deben de ser también los únicos capaces de entenderle.

En la novela se van contraponiendo diversas historias: un jorobadito deambula por el bosque, seis jóvenes aparecen muertos en las inmediaciones del camping, una pelirroja bien parecida de 18 años está inmersa en el negocio de la droga, un policía es asesinado por un vagabundo, un escritor inglés no es capaz de encontrar las palabras oportunas… Todo ello parece confluir en la idea de conformar un enorme delirio psicodélico propio de Bolaño. Hay ciertos retales de novelita de desamor: «Querida mía, donde quiera que estés: ya no hay nada que hacer, no es necesario el gesto que nunca llegó». De crítica social: ««He hecho un recuento de cabezas huecas y cabezas cortadas»… «Sin duda hay más cabezas cortadas»… «Aunque en la eternidad se confunden»…» De hecho, si algo tiene, además de la temática, de novela policiaca y detectivesca, está también en el estilo, porque invita al lector a tratar de averiguar si, en efecto, lo que tiene entre sus manos es una novela. Además, en todo el juego de mensajes encriptados y apariciones encapuchadas que parece ser la interconexión existente en todas las obras de Roberto Bolaño, vemos aparecer en un sueño el poema visual «Sión» que, dieciocho años después, la legendaria poeta Cesárea Tinajero escribirá en Los detectives salvajes.

Si Amberes consigue despertar una sensación en especial, esa es el desconcierto. Ideologías literarias aparte, parece que la novela es una fiesta a la que no se ha invitado al lector. Es una obra publicada cuando el autor ya era mundialmente conocido, precisamente porque de llevar otro nombre en la portada que no fuera Roberto Bolaño, habría sido brutalmente despedazada por la crítica y ninguna editorial la habría publicado. Fuera de eso -y guardándole el debido respeto a su autor-, puede enmarcarse debajo de lo que Benjamín Prado denominaba «buenos escritores» en la pasada edición del Festival Eñe: «son los que te hacen pensar que después de leerles no eres exactamente el mismo». Aquellos en los que, aunque no te encante esa obra en concreto, siempre encuentras una frase, o dos, o tres, que representa una perla de inagotable belleza. Esto será todo por hoy:

«De lo perdido, de lo irremediablemente perdido, sólo deseo recuperar la disponibilidad cotidiana de mi escritura, líneas capaces de cogerme del pelo y levantarme cuando mi cuerpo ya no quiera aguantar más.»

«No puedo ser un escritor de ciencia ficción porque he perdido gran parte de mi inocencia y aún no me he vuelto loco…».

«La soledad es una vertiente del egoísmo natural del ser humano. La persona amada un buen día te dirá que no te ama y no entenderás nada. Eso me pasó a mí. Hubiera querido que me explicara qué debía hacer para soportar su ausencia. No dijo nada. Sólo sobreviven los inventores».

Una respuesta a “‘Amberes’, el libro que sólo entiende Roberto Bolaño”

  1. Avatar de ‘2666’, una novela tubular que ha reventado la literatura – CAPÍTULO 73

    […] apreciar en casi todas las obras de Bolaño -como podrían ser La literatura nazi en América o Amberes– un claro interés por la experimentación y por romper la concepción estanca y tradicional […]

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