Keats, ¿cómo disfrutar del verano?

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Nuestra sensibilidad contemporánea es, con toda probabilidad, herencia del período romántico. En aquella época se produjo un cambio que aún perdura. Nuestras ideas sobre la naturaleza del individuo, la sociedad, la naturaleza y el papel del arte en la sociedad son fruto de esta. Entendiendo esta revista como algo, en cierta medida, personal y no meramente cultural, intelectual o académico, quería compartir con ustedes una de mis grandes inquietudes. Mis veranos son siempre ruinosos, nunca termino por disfrutar de las largas vacaciones haga lo que haga, por lo que me he propuesto reparar aún más en la belleza natural que siempre me rodea. ¿De quién podría aprender esta habilidad mejor que de Keats? Él aseguraba que el poeta debe poseer la capacidad de captar la esencia de aquello que le rodea y no imprimirse a sí mismo en su obra. Por ello, como ejercicio para mi propio disfrute, busco imbuirme en el verano mediante la poesía, fijarme en cada brillo que me ofrezca el mar y en cada hoja que cuelgue de las miles de ramas con las que me cruzaré en mi camino. Me propuse encontrar un poema estival que me inspirara a ello. Algo pequeño que me pudiera acompañar, a modo de mantra quizá, y, así, di de bruces con un soneto: el décimo de la primera publicación de Keats en 1817, Poems.

El romanticismo inglés se podría separar en tres etapas: los inicios con William Blake, la difusión que vino de la mano de William Wordsworth y Samuel Tyler Coleridge, y, finalmente, la culminación de una de las tríadas más famosas de Inglaterra, Percy Bysshe Shelley, Lord Byron y John Keats. Con esta breve introducción quería dejar patente que Keats, a pesar de no redactar largas introducciones en forma de prólogo como lo hacía Byron en Don Juan, plantea en su obra temas en relación al yo como el resto de sus contemporáneos; sobre todo desarrolla ciertos marcos teóricos en cartas a sus compañeros intelectuales y familiares. Sin embargo, al ser románticos y primar la expresión personal no se puede generalizar, ya que cada uno de ellos generó, dentro de un clima espiritual y unas inquietudes compartidos, una expresión propia del yo y de su relación con la realidad, natural y social. Es una poesía basada esencialmente en la experiencia individual. El romanticismo inglés estuvo en todo momento desconectado de doctrinas, característica habitual de las escuelas literarias. He aquí el brillo de Keats, la desconexión de los supuestos básicos románticos. Citando a José María Valverde, el mayor responsable de la importación de cultura inglesa a nuestro país durante el siglo pasado:

en contra de la primacía de la egolatría y la sinceridad, Keats afirma que lo decisivo en el poeta no es presentar un mensaje personal, filosófico o moral, ni una individualidad interesante y genial, ni una especial habilidad del lenguaje, sino tener «capacidad negativa», o sea, ser capaz de olvidarse de sí mismo y sumergirse en las situaciones y cosas para hacerlas poemas.

-De la introducción de José María Valverde y Luis Panero para la edición de Poetas románticos ingleses. Byron, Shelley, Keats, Coleridge, Wordsworth.

Es este concepto, la negative capability, el que me lleva a elegir este poema hoy. Sirviéndome de la precisa explicación que ofrece Valverde y un fragmento de una carta de Keats dirigida a sus hermanos que dejaré a continuación, lo doy por explicado. Aquí está la respuesta a mi dilema. Para experimentar con mayor intensidad y profundidad la belleza de la naturaleza que me rodea, he de desnudarme de todo afán de convertirla en mía, algo que podría definirse por antonimia a nivel poético como «tentación positiva»: la necesidad de imprimirse a uno mismo en su mundo poético en vez de dar pie a incertidumbres y ceder el protagonismo al objeto estético superior, la palabra y la naturaleza retratada. Permitiré a mi compañero, Álvaro Gorjón, que nos elucide mejor y en mayor profundidad sobre estas cuestiones teóricas tan apasionantes en alguno de sus venideros artículos. Les dejo en diálogo con el propio Keats para que se deleiten con el genio de una idea brillante:


La excelencia de todo Arte está en su intensidad, capaz de hacer que todos los desacuerdos se evaporen, por estar en estrecha relación con la Belleza y la Verdad… No fue una disputa sino una disquisición con Dilke sobre varios temas; intentaba que algunas cosas encajaran en mi mente y, de repente, descubrí qué cualidad era la que conformaba un Hombre que ha alcanzado el Éxito, especialmente en Literatura, y que Shakespeare poseía tan enormemente. Me refiero a la capacidad negativa, es decir, cuando un hombre es capaz de incertezas, misterios, dudas, sin perseguir de forma irritable hechos y razones.

-John Keats

Comentario de la traducción

Keats busca a lo largo de su vida una forma poética perfecta y explora todo tipo de estrofas; desde Endymion, con sus cuatro mil versos en pareados, hasta sus sonetos italianos e ingleses, y odas. El soneto X, que comienza con «To one who has long been in city pent», sigue la forma petrarquista. Los ingleses lo adaptan mediante el pentámetro yámbico; y Keats, a pesar de mantenerlo en todo el poema, falla en el tercer verso, lo cual he reconocido con una pequeña imprecisión métrica en la cesura española. En vez de optar por endecasílabos (lo más habitual y sencillo), decidí retarme y utilizar versos alejandrinos para poder reproducir prácticamente todos los adjetivos y no recortar a nivel semántico al pasarlo a nuestro idioma, con palabras mucho más largas por norma general. Sin embargo, he tenido que prescindir de la rima, que en el original seguía una estructura ABBA en ambos cuartetos y una CDCDCD en los tercetos, con una ligera trampilla en el último verso. Únicamente me gustaría mencionar un detalle para facilitar la comprensión completa del significado del poema. Filomela es una figura menor de la mitología griega que se usa para representar al ruiseñor en la poesía. En el primer terceto, al andar por un paraje, se escuchan sus «notas»: podemos asumir que, en efecto, se refiere al agradable canto del ruiseñor, característico del ocaso y de la noche (véase la quinta escena del tercer acto de Romeo y Julieta en la que ambos disfrutan de la noche juntos acompañados de esta melodía mientras temen que el canto de la alondra traiga la mañana y la correspondiente huida de Romeo). Quienes estén familiarizados, aunque solo sea un poco, con la obra de Keats recordarán la famosa Oda a un ruiseñor; otro motivo más para confirmar que Keats conocía en profundidad esta ave y su simbología, y suficiente para afirmar que, sin duda, se refiere a ella al mentar a Filomela.

PARA QUIEN FUE POR AÑOS AISLADO EN LA CIUDAD

Para quien fue por años aislado en la ciudad,
es dulce contemplar el abierto y hermoso
rostro de los cielos y exhalar una oración
en la sonrisa vasta del firmamento azul.
¿Quién fuera más feliz que al, con corazón ledo,
hundirse fatigado en plácida guarida
de yerba undosa para leer una amable y suave
historia de amor de languidez preciosa?
Atardece y regresa al hogar, el oído
recoge las notas del canto de Filomela
y con la vista observa el correr de las nubes;
él lamenta que el día pasara tan fugaz:
tanto como el paso de una lágrima de ángel
que cae en silencio por entre el cristalino éter.

TO ONE WHO HAS BEEN LONG IN CITY PENT

To one who has been long in city pent,
’Tis very sweet to look into the fair
And open face of heaven,—to breathe a prayer
Full in the smile of the blue firmament.
Who is more happy, when, with hearts content,
Fatigued he sinks into some pleasant lair
Of wavy grass, and reads a debonair
And gentle tale of love and languishment?
Returning home at evening, with an ear
Catching the notes of Philomel,—an eye
Watching the sailing cloudlet’s bright career,
He mourns that day so soon has glided by:
E’en like the passage of an angel’s tear
That falls through the clear ether silently.





Una respuesta a “Keats, ¿cómo disfrutar del verano?”

  1. Avatar de Georg Heym: aquel que no conoce el camino – CAPÍTULO 73

    […] Trauerspiel: Gedichte aus dem Nachlaß (El drama celestial: poemas del legado). Relacionando un artículo anterior, Heym se considera a sí mismo un poeta visual cargado de, permítanme la referencia a Keats, […]

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