Habitar la casa

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La intimidad sostiene los cimientos de las casas en ruinas que nunca construiremos

Rosa Berbel

Si le preguntaran a cualquier persona que ronda entre los 20 y los 30 años si alguna vez ha tenido la osadía, la valentía de soñar con una casa, una casa propia, una casa hecha a medida, sería como pellizcarle con la sutileza de saber que, con algo de suerte, se atreverá a decir; ojalá, ojalá algún día.

La posibilidad de poder construir un espacio de intimidad se hace agachando la cabeza, a escondidas, cuando nadie nos mira. Se piensa en la casa con el móvil en la mano, guardando fotos de hipotéticas casas, casas potenciales, en una carpeta de Pinterest encabezada por “Future home”. Imaginamos la casa haciendo una playlist, soñando con habitar un futuro donde una se pueda sentar en un sillón a contemplar la tarde deslizarse por la ventana, con un café de marca blanca entre las manos mientras sostenemos sobre las rodillas una cabeza cansada. Pensar en la futura casa, en la casa como reducto, en la casa como espacio de intimidad, es toparse de frente con la realidad que sostenemos y que nos sostiene. La imposibilidad de acceder a la vivienda, la precariedad, los fondos buitre, los desahucios, los elevados alquileres.

En estas casas de madera simulada

Tenemos que vivir en condiciones

Precarias para el corazón

O para el cuerpo

De poco sueldo o pocos amigos

Que no se puede tener todo

Ya lo sabíamos

Pero tampoco hacía falta ensañarse

Mayte Gómez Molina

Parece que nacimos destinados a cambiar constantemente de espacios, a transitarlos, a sobrevivirlos, a excederlos. Se nos ha olvidado poner en el foco lo que supone habitar una casa, es decir, nuestro hábitat y qué relación tiene este con el habitar.

Ante esto, encontramos la equívoca manera de comprenderlo (o restringirlo) como una simple ocupación del espacio, como el medio geográfico o la porción de territorio que reúnen las condiciones óptimas para la vida humana, de una especie animal o vegetal.  Olvidamos así, o parece que se nos ha forzado a olvidar que, al igual que habitamos los espacios, estos también nos habitan, nos conforman, nos atraviesan y nos sostienen.

Decía María Zambrano que la casa como hogar «nos acoge en medio de la tempestad, configurando la arquitectura del espacio habitado».

¿Por qué entonces no se nos permite decidir cómo habitamos nuestro espacio vital de acuerdo con todas las dialécticas de la vida? ¿No debería ser acaso un derecho el escoger cómo nos enraizamos, día a día, en un rincón del mundo? Porque sí, dejadme advertiros que la casa es nuestro pequeño rincón en el mundo.

ETIMOLOGÍA

Para poder abordar la casa como construcción de una identidad, de un espacio propio, de un espacio donde ser, conviene primero recurrir a la etimología y preguntarnos qué es un hogar y qué supone habitar.

“Hogar”

Del bajo latín hispánico focaris, y este derivado del latín focus ‘hoguera’, ‘hogar’.

El término hace referencia al espacio de la casa donde la comida se cocinaba al calor de las brasas. Ubicado generalmente en la cocina, era también un objeto utilizado como fuente de calor en el invierno, hecho que permitía que la socialización de una familia se concentrará en este espacio. 

Entender el hogar como un espacio que se contruye alrededor del fuego nos hace pensar directamente en el cuidado. Una debe pararse ante el fuego para poder conservarlo, así como los cuerpos se reúnen en torno al fuego para resguardarse del frío y, por lo tanto, cuidarse.

“Habitar”

Del latín habitare, frecuentativo de habere que significa tener. Esto significa; “acción que se repite”, por lo tanto, podemos entender que habitare significa “tener de forma reiterada”. Es decir, de construir una costumbre, las costumbres del cuerpo con los que habitamos la casa.

Bachelard en la poética del espacio respecto a esto dice que:

Si entramos en la antigua casa, tras décadas de odisea, el ver que los gestos más finos, los gestos primeros siguen súbitamente vivos, siempre perfectos. La casa natal ha inscrito en nosotros la jerarquía de las diversas funciones de habitar. Somos el diagrama de las funciones de habitar en esa casa y todas las demás cosas no son más que variaciones de un tema fundamental.

La costumbre es la manera que tenemos de habitar el tiempo, por lo tanto, la propiedad debe ser asociada con la repetición.

Antonio Santiago de Molina en La arquitectura de las pequeñas cosas, habla de cómo el cuerpo que habitamos se construye alrededor de la casa, a la vez que ésta lo hace conforme al cuerpo que la habita.

El cuerpo esforzado, ansioso por encontrar un momento de paz justifica un contorsionismo diario al que cualquier ser humano dedica parte invisible de su tiempo. La colocación de unos cojines, la protección completa de una sábana, o el retorcerse en una silla a la hora de comer, es decir, cada uno de los leves cambios en la superficie de lo cotidiano, exige un tipo de creatividad semejante al paroxismo contenido en ese combate.

Antonio Santiago de Molina

IDEAS SOBRE LA CASA

Para ilustrar las principales contribuciones conceptuales que hasta ahora han definido el hábitat es necesario dirigir la mirada hacia la idea de Heidegger (1984: 144) en la que afirma que, aunque todas las construcciones albergan al hombre, sólo la casa es, en esencia, el espacio para habitar. Si bien el término habitar es aplicable a interpretaciones políticas, económicas, sociales, espaciales y culturales (Cuervo, 2008: 43-51), en este contexto tomaremos el habitar como “la manera en que el hombre vive en su casa” pues esta definición reúne los principales elementos funcionales y simbólicos que se establecen entre la casa y quien la habita.

Respecto a la casa y su relación con el habitar, Illich (1988: 27) abre un panorama muy interesante cuando dice: Las bestias tienen madrigueras; el ganado, establos; los carros se guardan en cobertizos y para los coches hay cocheras. Sólo los hombres pueden habitar o aprenden a hacerlo.

La casa, según Illich (1988: 30), es el resultado de una interacción del espacio con el hombre, que lo impregna con su ser y con su vida, es decir, con su habitar; entendido éste como aquello conexo con la vida y no solamente con el mero residir.

Por otro lado, el ingeniero norteamericano Colin Angle proclama un súbito interés por lo doméstico: “Hemos hecho un pacto entre los seres humanos y nuestro entorno, y a eso le llamamos casa».

Para Bollnow esta es el punto de referencia excepcional, al cual están referidos todos los lugares.  Además, resulta que es “un cuerpo ensanchado” con el que el hombre se identifica y mediante el que se encasilla dentro de un entorno espacial mayor.

Volviendo a Heidegger, este afirma que, el rasgo fundamental del habitar es el de cuidar ( custodiar, velar por). Este rasgo atraviesa el habitar en toda su extensión. Así, dicha extensión nos muestra que pensamos que el ser del hombre, el » ser en el mundo»; descansa en el habitar, y descansa en el sentido del residir de los mortales en la tierra.

Con estos elementos vemos que habitar se convierte para Heidegger en todo un ideario de existencia, en el que se incluye el cuidado.

A su vez, María Zambrano en su obra Hacia un saber sobre la alma señala que:

“Cómo no encontramos nada a nuestra medida hace falta hacerlo, construir un mundo habitable y que en cierto modo supla lo que nos falta, y haga a la vez soportable nuestra condición de seres nacidos prematuramente”

En La casa, su melodía, Zambrano aborda de modo poético y a la vez muy incisivo la estrecha relación de complicidad que se da entre la casa y sus moradores; son sus habitantes los que confieren lo que Zambrano llama la melodía y el ritmo de la casa, con sus acciones, sus ritmos de estancia, también con sus voces. Llega a afirmar que «una casa es un orden, un orden para ser vivido continuamente», al igual que una partitura cobra vida al ejecutarse.

Este orden permanece en el espacio y en el tiempo. El orden vivido no es objeto de contemplación sino de acción, es un percibir para hacer, es un modo de movimiento que se sucede como una cadencia.  Una casa es, así, no sólo un lugar donde asentarse, sino el escenario que confirma la identidad de nuestra existencia.

En este camino, para Hannah Arendt en La condición humana, el pensamiento de las sociedades humanas se encuentra ligado al suelo donde se afinca: «el espacio construido y habitado se constituye en una estructura que permite la aparición del quien que somos». Siguiendo a Arendt, es necesario tener un estatus político, tener un lugar en el mundo a partir del cual hablar y narrar la vida, para poder aparecer en el espacio y dar respuesta al quien que somos.

En medio de la configuración de dicho espacio, sea permanente o temporal, se construyen rutinas, ritmos y expresiones estéticas que nos permiten habituarnos al establecer normas y códigos que nos ayudan a definir nuestra ética y estética.

El habitar en términos de significación, permite al sujeto construirse una memoria y un deseo. Una memoria en cuanto tiene una historia como individuo y pertenece a una familia o un grupo; significación, además, puesto que interpreta, valora y reconoce lo suyo. Y un deseo porque, en medio de su condición social y cultural, se proyecta, sueña, se apasiona y construye perspectivas de vida (Bastons, 1994: 548; Lindón, 2005).

“Mi casa es diáfana, pero no de vidrio. Es más bien de la misma naturaleza que el vapor. Sus paredes se condensan y se relajan según mi deseo. A veces la estrecho entorno mío, como una armadura aislante. Pero otras dejo que los muros de mi casa se expandan en su espacio propio, que es la extensibilidad infinita”.

Georges Spyridaki

EL ESPACIO COMO LUGAR DONDE TRANSITAR LA MEMORIA

 “No he vuelto a ver nunca esta extraña morada, tal como la encuentro en mi recuerdo infantilmente modificado no es un edificio, está toda ella rota y repartida en mí, aquí una pieza, allá una pieza (…) Así es como todo está desparramado en mí».

Rainer Maria. RILKE

En La poética del espacio, Bachelard habla de cómo la casa se configura como un elemento clave con el que poder narrarnos. Dice en su obra que la casa no se vive solamente al día, sino al hilo de una historia, en el relato de nuestra historia. “El pasado, el presente y el porvenir dan a la casa dinamismos diferentes, dinamismos que interfieren con frecuencia, a veces oponiéndose, a veces excitándose mutuamente”.

La casa en la vida del hombre suplanta contingencias, multiplica sus consejos de continuidad. Sin ella, el hombre sería un ser disperso.  Es el primer mundo del ser humano, antes de ser “lanzado al mundo”. La casa consigue sostener nuestra infancia inmóvil en sus brazos.

Tanto la casa natal, como las casas en las que hemos ido construyéndonos a nosotras mismas, depositado nuestros objetos, llamado entre lágrimas a nuestras amigas, gritado a nuestros padres, aquellas en las que nos atrevimos a hacer por primera vez un eyeliner discreto, ponernos el primer tampón, escribir nuestros primeros versos, todas estas casas están inscritas en nosotras. El espacio nos permite conservar el tiempo comprimido, en esas casas somos capaces de vernos, de reconstruir los cuerpos perdidos que habitaron nuestras historias.

Dice Bachelard que «es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duración, concretados por largas estancias».

En la tienda de muebles pienso en las vidas posibles/y arrebatadas/ en los territorios que soñamos y no llegan/ en el miedo que atrapamos al coser la boca con una sonrisa/ mientras nos decimos que todo irá bien/ y hacemos el amor en la cama de nuestra infancia/ donde hemos estado enfermos y tristes

Duermo en la misma habitación de mis nueve/ diez once catorce/ diecisiete veintitrés años/ todos esos cuerpos están en ese cuarto conmigo/ veintiocho cuerpos/ no cabemos todas/ nos quedamos sin oxígeno.

Mayte Gómez Molina

LA CASA COMO UN ESPACIO DE TERNURA

La casa se estrechó contra mí como una loba, y por momentos sentía su aroma descender maternalmente hasta mi corazón. Aquella noche fue verdaderamente mi madre. Sólo la tuve a ella para guardarme y sostenerme. Estábamos solos. 

Henri Bosco, La Redousse

Dice Santiago de Molina en La arquitectura de las pequeñas cosas que la casa nos permite, «ante cada temblor del mundo, ante cada exiguo movimiento social, escuchar el rumor del tiempo como un auténtico sismógrafo».

La casa se configura así como espacio de ternura, pero también de fuerza, un refugio contraído, pero a la vez expandido al protegernos de lo ajeno. Esta nos ayuda a decir: seré un habitante del mundo a pesar del mundo. Del mismo modo que el ser humano depende de cierta condición esencial, cada persona está en el mundo gracias a las estancias. Es en ellas donde, vaciados de todo estímulo, de toda interacción con el otro, nos adentramos en una intimidad concéntrica donde podemos al final del día ser.

Cuando una no tiene hogar, cuando una se ve desprovista de albergue, de asilo, de resguardo, sufre constantemente el ver cómo su identidad se diluye con violencia. La ausencia de éste exige estar en constante contacto con aquello que no podemos ser, con aquello que no se nos permite hacer. Una casa es un lugar de ensoñación, de descanso, de calma, un oasis donde rescatarnos de la vorágine del mundo. En el silencio de la casa, entre las paredes, sean estas muchas o escasas, es donde encontramos al fin un lugar donde vernos. Creo poder afirmar con contundencia que tener un hogar parece hoy en día más un privilegio que un derecho fundamental, y como bien he mencionado antes, las personas, es decir, cada una de nosotras, estamos en el mundo gracias a las estancias.

Volver a casa satisfecha

De haber acariciado de la vida

Al viento sus crines

Mayte Gómez Molina





  • Este artículo se lo dedico a mis padres, a mi hermana y a mi abuela, por permitirme construir con ellos un hogar, por tener siempre un lugar al que regresar.
  • También a todas las personas que habitaron conmigo, en estancias cortas o prolongadas, aquellos que respetaron mis espacios, mis particularidades, aquellos con los que pude esparcir mi cuerpo en un sofá. Conservaré siempre conmigo todas esas pequeñas casas. Gracias.

2 respuestas a “Habitar la casa”

  1. Avatar de marti99cvg
    marti99cvg

    El artículo presenta una redacción cuidada, con un estilo que facilita la comprensión. El tema abordado es sumamente entretenido, manteniendo el interés del lector de principio a fin. Además, la forma en que se expone la información hace que la lectura sea amena y agradable. ¡Buen trabajo!»

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  2. Avatar de byalbertgriezmann7
    byalbertgriezmann7

    El artículo que he leído es verdaderamente fascinante. Los puntos clave se presentan de manera clara y concisa, lo que hace que la lectura sea muy enriquecedora. Definitivamente, es un contenido que invita a la reflexión.

    Un saludo

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