Habitar un cuaderno

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Siempre he querido que me regalasen libretas y llenarlas. Últimamente es algo que ha ocurrido. Habitar un cuaderno es recapitular, y es dejar huella. Tengo un hobby esnob que se basa en dejar rastros, hacer listas de cosas, organizar carpetas del portátil, ordenar fotos por fechas, hacer el mantenimiento de todo mi archivo personal. Es ahí donde entran las libretas, entiendo que, más allá del diario, una libreta adquiere significado cuando se le da uso y se lucha por rellenar el hueco en blanco. El proceso de escribir a mano, vivir en el manuscrito, es algo que conecta con el pasado y con la manera más primigenia de atestiguar lo que se siente. Los cuadernos, de bolsillo, son mis preferidos, que quepan en mi bandolera o riñonera. Qué sean flexibles, sin tapa dura. Qué se manchen con el uso, me gusta que tengan un toque de arqueología, de objeto encontrado. 

Así comienza el espacio, sólamente con palabras, con signos trazados sobre la página blanca. Describir el espacio: nombrarlo, trazarlo, como los dibujantes de portulanos que saturaron las costas con nombres… 

George Perec

Cuaderno de Paul Klee

Los cuadernos son mis lugares de autodescubrimiento, de pensamiento, la escritura es pensamiento. El cuaderno de campo, compañero de viaje y de cotidianidad, es un agente más dentro del entramado mundo de la captación de instantes, pero ralentizado, a veces, por la propia motricidad de la mano. Cada letra escrita a mano es una manera de comisariar un texto, de dejar una huella de manera tanto formal como conceptual. Yo no entiendo lo que escribo y es por eso que también dibujo. El cuaderno es capaz de retener todo ello dentro de unas pocas páginas, dentro de un gramaje ínfimo para la cantidad de información de se vuelca. La letra de la cartas de Juan Ramón Jimenez era complicada de descifrar, las libretas de Camarón de la Isla eran partituras textuales, los cuadernos de Paul Klee… en clase me dijeron que siempre hay que volver a los cuadernos de Paul Klee y a los de Louise Bourgeois

Captura de pantalla

Tomar notas a mano tiene un sentido más pausado. Ir tomando notas es convertirse en impresionista, es no dejar escapar un rayo de Sol, es no descuidar el ruido de los pájaros ni las conversaciones ajenas, como un voyeur pero de mano, ojo y oído. El olor y gusto menos, pero también. Intento llenar la libreta siempre, siempre. Echo de menos mi libreta color beige. Fue la última que rellené con ganas y amor. 

Mi letra es un dibujo y es por eso que no la entiendo. Me interesa pensar que no solo escribo si no que además traduzco. Es un proceso de decantación de lo que pasó a lo que entendí que pasó, a lo que escribí sobre lo que entendí que pasó y a lo que pude recuperar de lo que escribí sobre lo que entendí que pasó. Qué lío.

Mi último cuaderno lo cerraba con una goma elástica para que no se abriera por páginas que no quiero volver a ver. Un cuaderno y una goma. 

Durante el tiempo que tardé en llenar mi último cuaderno pensé en él como lugar intermedio entre la percepción y el rastro, un territorio de transición no cerrado. Las ideas quedan fijas y en espera a una activación potencial futura. Como una piedra pómez, el cuaderno como lugar poroso y mutable, líquido (se mojó de agua literalmente). Aquí habría que diferenciar entre los tipos de ideas que se aglutinan dentro de un libreta: las que se retoman y las que se pierden. 

Mi cuaderno cerrado

Realmente todo lo que se recopila dentro de un cuaderno son potencialidades. A partir de ahí, todo lo que sale de él vive un proceso de transducción. Es por ello que la mayoría de artistas del mundo usan su cuaderno más que como un diario, si no como el lugar donde se siembra para más tarde recoger las semillas. Lo que pasa en los cuadernos son potencialmente flores. En sí mismos, los cuadernos son objetos que interaccionan con el espacio de una manera corporal. Se agarran, se arrancan, se mancha y doblan, se reparan y rellenan. Una suerte de taller de coches editorial. Cuando se le da un uso tan corpóreo a un objeto, no es de extrañar, que lo que ocurra dentro de él termine saliendo a la realidad material. Yo comprendo la libreta tanto como obra, como lugar de proceso, es por eso que su porosidad es enrevesada. Es un querer mostrar y un querer esconder. 

Leer no consiste en completar ideas puras. Escribir no consiste solamente en dejar que estas caigan sobre el papel.

Jean-Noel Vuarnet

El afán de recopilación hace que rellenar una libreta sea un acto de fe. Sea llevado por la intuición, muchas veces no se sabe lo que se escribe ahí dentro. Volver a un diario pasado no solo es rememorar, también es reinterpretar el pasado. Simplemente, en ocasiones, hay que apuntar lo que ves en un trozo de papel. El reflejo de la lámpara de otra habitación se ve a través de mi puerta. Directamente escrito desde la realidad sensible, pero nunca con la permeabilidad que tiene un cuaderno.  

Bibliografía & webgrafía

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