Comunicar sin medios de comunicación: el caso de la fiesta barroca

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Como nativos del mundo digital, los jóvenes del siglo XXI somos incapaces de imaginar una sociedad en la que la información no sea accesible de forma instantánea. Las redes sociales, el telediario y otros medios de comunicación basan su actividad en bombardear al usuario con una información a priori fidedigna y, ante todo, actualizada e instantánea. Por este motivo, creo que no sorprenderá a nadie que las ideologías y las corrientes de pensamiento del mundo actual se difundan a través de este medio: los centros de poder vierten su ideología en los medios de comunicación con el fin de moldear el pensamiento del usuario. Sin embargo, este fenómeno, que a primera vista puede parecer muy moderno, viene dándose de forma continuada a lo largo de la Historia. El poder no ha cambiado mucho a lo largo de los años su intención primera, que es subsistir, y por ello me parece lícito preguntarnos cómo difundía la ideología que justificase su propia existencia en siglos donde no disponía de la publicación periódica, la televisión o las redes sociales. Centrándonos en el Barroco español, y en concreto, en la ciudad de Salamanca, intentaremos demostrar cómo la fiesta (en nuestro caso, las exequias de reinas, pero bien podemos incluir las coronaciones o nacimientos reales) era utilizada como herramienta de comunicación y persuasión con el fin de mantener el status quo social.

A la fiesta fúnebre barroca, en concreto, a las relaciones fúnebres de reinas, podemos acceder fácilmente a través de las relaciones de exequias u oraciones fúnebres. Estos textos son impresos que se producían al concluir la fiesta con el fin de inmortalizar los sucesos acaecidos en ella. Ahora bien, la relación de exequias es un discurso que dista mucho de la imparcialidad, lo que separa al género del discurso cronístico. La descripción de las exequias reales en forma de texto narrativo-ecfrástico lleva implícita el ensalzamiento de la reina difunta y, por extensión, de la casa real a la que pertenece, así como de la monarquía como institución que rige el Estado. Debido a esta naturaleza, al carácter informativo de la relación de exequias se le superpone siempre un carácter marcadamente laudatorio y elegíaco, así como una visible intención propagandística. Estas otras intenciones que sobrepasan lo puramente informativo se relacionan muy íntimamente con la descripción de los reyes o personajes poderosos por quienes se celebran las exequias. Es decir, la descripción de la figura real sirve a un tiempo para loarla y para instruir y persuadir al lector en una serie de valores e ideas, morales y políticas. Este retrato se articula muy frecuentemente en torno al lenguaje simbólico y emblemático, aunque no siempre el proselitismo y el ensalzamiento se articulen sobre este código. Veamos algunos ejemplos de simbolismo político barroco:

La descripción ornitológica de la reina

Uno de los elementos más presentes dentro de esta corriente textual es la presentación de la reina a través de metáforas ornitológicas, en la que la monarca es identificada con un pájaro por sus virtudes. Dentro de estas metáforas ornitológicas, destacan como más recurrentes la comparación de la reina con el Águila y con el Fénix, aportando ambas aves múltiples significados que caracterizan a la reina en tanto que sujeto político crucial para el desarrollo de la monarquía. El águila servirá de medio de comunicación de varias de las virtudes y capacidades que el discurso festivo pretendía ligar con la reina. De este modo, cuando el ave renueva sus plumas puede hacer referencia, como indica Rodríguez Moya, a la dinámica sucesoria de la monarquía; su capacidad de volar hacia el sol sin cegarse comporta significados religiosos, y su cuidado atento de sus crías revela la faceta maternal de la reina. Además, el descollante significado político del águila se refuerza con su presencia en el escudo de la familia Habsburgo, al que se unió en 1508, durante el reinado de Maximiliano I (Mínguez, 2001: 267), de ahí que sea muy habitual en las relaciones encontrar menciones a esta ave como símbolo de la dinastía a la que pertenece la reina.

Por su parte, la imagen del fénix se utiliza habitualmente para la difusión de mensajes políticos sobre la reina, y en general, sobre la familia real. Según Bernat Vistarini, esta ave servía a un mismo tiempo para señalar el carácter único y eternamente renovado de la monarquía. Es decir, el significado político del fénix no concierne al rey o la reina en tanto que individualidades, sino como encarnaciones de la institución que representan, la monarquía. Por este motivo, el renacer del fénix es una imagen destinada frecuentemente a mantener la idea de un poder eslabonado, que se mantiene en ejercicio, y por este motivo el fénix abunda tanto en la relación fúnebre, pues la muerte del monarca o de la reina podía invitar a cuestionamientos políticos por la sensación de ausencia de poder. Por otro lado, de forma superpuesta a esta significación política, el fénix podía servir también para describir la muerte cristiana, por la cual el creyente fenece en este mundo para comenzar su vida eterna junto a Dios, siendo por tanto un símbolo común para referirse a la resurrección.

La mención de ambas aves es constante en las composiciones elegíacas que reproducen las relaciones festivas y también en los emblemas, que solían ser colgados del catafalco o de las paredes del recinto donde se realizaban los actos). Juan Interián de Ayala recoge un poema en la relación fúnebre por Mariana de Austria en el que se unen las visiones de la reina como ave y como movimiento solar: «Aunque como Fénix muera / cual Fénix renacerá, / si se eclipsa, perderá / su luz, pero no su esfera» (1696: 104). Este poema, llamativo por la confluencia en unos pocos versos de ambas imágenes, puede acompañarse con numerosos ejemplos que corroboran la insistente presencia de ambos símbolos. José de Villarán dedica un poema en italiano a la reina Mariana de Austria, en el que se puede leer: «Te, Aquila nobil, che dal patrio nido / volasti dell’Iberia al regal trono»; otros casos aparecen en las exequias de Margarita de Austria (1611), en las que Sebastián de Acosta Pereira resultó vencedor de uno de los premios del certamen literario que se organizaba con las honras por un soneto que comenzaba:

Águila soberana que quisiste
hacer el nido en Dios y a Dios volaste,
que como centro tuyo le buscaste
y lo que era del Cielo al Cielo diste.

La descripción lunar de la reina

Junto a la utilización de símbolos ornitológicos, una de las líneas más habituales en la descripción regia es la utilización de los cuerpos celestes para predicar a través de ellos virtudes o características de los integrantes de la familia real. El sol, soberano del uni-verso, suele utilizarse para representar la figura del rey y la luna, para la figura de la reina. Lo interesante, como intentaremos demostrar en las siguientes líneas, es que el uso de estos símbolos no se queda en una simple analogía entre dos realidades (el binomio rey-reina comparado con el binomio sol-luna), sino que además se busca una explicación política y social de los hechos que presenta la naturaleza, casando el de la Naturaleza con el estado natural del reino, en lo que se representa un claro ejemplo de organicismo28. Pongamos un ejemplo, para no hablar en vacío. En muchas relaciones de fiestas se especifica que la luna no tiene luz propia, sino que recibe su luz de los rayos solares que la alumbran en la noche, y esta explicación se introduce con el fin de demostrar que la reina no tiene poder por sí misma, sino que su capacidad de gobierno procede de su esposo el rey. Es decir, no hay una relación de igualdad entre ambos astros, pues el sol tiene luz propia, mientras que la de la reina es cedida.

En esa misma línea hemos de entender la aparición continua (con ejemplos en todos los libros de exequias que hemos analizado) del eclipse como símbolo predilecto para describir la muerte de la reina. Así como en las exequias de reyes es muy frecuente la aparición del eclipse solar, en las exequias dedicadas a las reinas, encontramos frecuentemente el eclipse lunar, en el cual la luna pierde transitoriamente la luz que le entrega el sol, que encarna la figura del monarca. El eclipse simboliza un obscurecimiento transitorio de la figura regia, por lo que no ha de suponer un problema en la vida política del reino. Los ejemplos que encontramos en las relaciones fúnebres salmantinas son muy clarificadores en este sentido. En la relación de Lancina y Ulloa, de 1645, Luis Tineo añade una canción en la que se puede leer: «siente el orbe eclipsar su viva lumbre». Más interesante resulta la mención al eclipse que incluye Alonso Muñiz Luengo en su oración fúnebre por María Luisa de Borbón, pues este autor parte de la identificación de la reina con el sol («Sol era nuestra princesa»), para discurrir sobre la idea de que tras el apogeo viene la decadencia, y por ese mismo motivo, en su caída reciben la mayor atención: «Nunca se mira tan de propósito el sol como eclipsado: poned para vuestra enmienda los ojos en el mejor sol de Europa, que de tan alto origen, vino en pocos días a parar en el eclipse de una sepultura» . Este ejemplo vuelve a servirnos para mostrar la imbricación entre la oratoria fúnebre y la emblemática, hecho que nos hace pensar que más que ante una contaminación genérica, la emblemática parece un cauce de pensamiento, un modo de concebir, de la mentalidad barroca.

La descripción moral de la reina

Frente a los dos motivos anteriores, el ornitológico y el astrológico, de carácter fundamentalmente político (aunque también cristiano, por pertenecer a una época en la que ambas realidades son indivisibles), nos centraremos ahora en los empleados en la construcción de un imaginario moral en torno a la reina en sus honras fúnebres. La reina se dibuja en las relaciones de exequias como ejemplo de buena vida cristiana, debido a sus múltiples virtudes, pero sobre todo como un ejemplo de buena muerte, de aceptación de la hora última, lo que la acerca, como veremos, a características propias de beatas y santas.

El primer objetivo del aparato fúnebre es asegurar y difundir la muerte cristiana de la reina, conforme a los estándares morales de la época. Esta primera noticia de su buen morir se acompaña después en el texto de la relación con múltiples referencias a sus virtudes, ejemplificadas frecuentemente en diferentes acciones que la reina llevó a cabo en su vida. Por otro lado, en las relaciones se resaltan las diferentes funciones de la figura de la reina dentro de la vida política del reino y de la familia real, tales como la maternidad, la educación de los príncipes, la regencia o el apoyo a su esposo en tanto que esposa. Así, Diego Gaitán de Vargas, en una canción real dedicada a Margarita de Austria, escribe: «Si el rey de España a Margarita pierde, / si los príncipes pierden a su madre, / y el reino todo pierde a su señora, /…». Entre estas funciones quizás la más importante sea la de madre y educadora de los herederos al trono, ocupación que se menciona de forma constante en estos textos fúnebres. En ocasiones, esta labor se extiende simbólicamente a todo el reino, de tal forma que se nos presenta a la reina como madre y protectora de sus súbditos: «de quien supo ser reina de hombres y madre de pobres en el reino de la tierra, la que es reina de ángeles y madre de afligidos en el solio de la gloria».

la principal labor de la relación de exequias es reivindicar el valor individual de la reina por sus virtudes con el fin de establecerla como modelo o ejemplo de la buena mujer cristiana. Esta naturaleza ejemplar responde a un esquema cargado de motivación que presenta a la reina como modelo en la relaciones, con el objetivo de establecer un canon de comportamiento femenino a través de su influyente figura. En la oración fúnebre por la reina María Amalia Walburga de Sajonia de Manuel Bernardo Ribera y Vargas, se incluye una dedicatoria a las «excelentísimas señoras grandes de España» firmada por un tal B. L. P. de VV. El simple hecho de dedicar una oración fúnebre por una reina a un grupo aristocrático induce a suponer que la reina funciona como una especie de guía o espejo para esa selecta comunidad, que ha de buscar imitar la perfección regia. Esta intuición se corrobora al constatar que, en estas mismas páginas prologales, se compara la figura de María Amalia con la figura de la perfecta casada de Fray Luis de León, afirmándose que «se figura inaccesible la conformidad con modelo [la reina] tan elevado».

Conclusiones

El análisis pormenorizado de estas relaciones fúnebres nos ha demostrado la importante carga política que la fiesta barroca podía llegar a transmitir, a la vez que ha evidenciado cómo esos elementos políticos se encauzan y expresan mediante recursos literarios. Conviene subrayar así la importancia política que siempre tuvo esta clase de textos, máxime si atendemos a nuestra liturgia política actual, donde la literatura parece ajena a las manifestaciones de poder. Sin dejar de ser literatura, estas relaciones festivas proyectaron sobre la población un mensaje ideológico comparable al que hoy en día podría emitir un periódico o un telediario informativo. La literatura festiva sirvió así en la Edad Moderna como medio de autoconservación de la sociedad barroca, cuyos productos culturales poseían una naturaleza eminentemente dirigida, como hiciera notar J. A. Maravall, es decir, intencionada, dentro de un marco celebrativo concreto que es la ciudad barroca, donde los espacios se cargan en la fiesta de una significación propia y concreta, que viene a confluir con el objetivo ideológico de la celebración.

Algunas sugerencias bibliográficas

  • Céspedes, B. de. (1611). Relación de las honras que hizo la Universidad de Salamanca a la Majestad de la Reyna doña Margarita de Austria nuestra Señora, que se celebraron miércoles nueve de noviembre del año MDCXI Siendo Rector don Garcia de Haro y Sotomayor hijo del Marques del Carpio asistente de Sevilla, y siendo Maestrescuela el Doctor Don Juan de Llano de Valdés. Imprenta de Francisco de Cea Tesa.
  • Interián de Ayala, J. (1696). Relación de las reales exequias que la muy insigne Universidad de Salamanca celebró a la inmortal memoria y augusto nombre de la serenísima reina Doña Mariana de Austria, esposa dignísima que fue del señor Felipe IV, Rey de las Españas, Madre amantísima de su real majestad Carlos II, Rey de las Españas, Emperador de América, Nuestro Señor. Imprenta de María Estévez, viuda, impresora de la Universidad.
  • Bennassar, B. (2007). Reinas y princesas del Renacimiento a la Ilustración: el lecho, el poder y la muerte. Paidós.
  • Bermejo Vega, V. (1994). «Princeps ut Apolo: mitología y alegoría solar en los Austrias hispanos», en Actas de I Simposio Internacional de Emblemática: Teruel, 1 y 2 de octubre de 1991 (pp. 473–492). Instituto de Estudios Turolenses.
  • García Arranz, J. J. (1996). Ornitología emblemática: las aves en la literatura simbólica ilustrada en Europa durante los siglos XVI y XVII. Universidad de Extremadura.
  • González Lopo, D. L. (2006). «El ritual de la muerte barroca: la hagiografía como paradigma del buen morir cristiano». Semata: Ciencias Sociais e Humanidades, 17, 299–320.
  • Maravall, J. A. (1983). La cultura del Barroco: análisis de una estructura histórica. Ariel.
  • Mínguez Cornelles, V. (1993). «La metáfora lunar: La imagen de la reina en la emblemática española». Millars: Espai i Historia, 16, 29–46.
  • Rodríguez de la Flor, F. (1989). Atenas castellana: Ensayos sobre cultura simbólica y fiestas en la Salamanca del Antiguo Régimen. Junta de Castilla y León.

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