Reflexión sobre la comedia a través de Ignatius Farray y Gil Scott-Heron
A veces creo que hay que dejar un espacio al no saber y más bien, dejar espacio al dejar estar. Desde ahí se pueden hacer muchas cosas. Se podría decir que el arte vive de eso. Se ha definido ese no saber de muchas maneras; musas, inspiración, el azar, conexión, psicoanálisis, fe… yo a veces lo llamo el argo, como algo pero con R en vez de L. No hay que caer en el snobismo, bueno, a lo mejor a veces sí. Otras veces no, hay que ir regulando. No creo que todo en la vida sea cotidianidad, ni que todo en la vida sea experiencia estética. Me siento conforme en ambos casos, siempre y cuando convivan adecuadamente. Todo es como contar un chiste muchas veces.
Ignatius Farray, cuyo nombre real es Juan Ignacio Delgado Alemany, es un cómico, actor, guionista y escritor canario. Es reconocido por su estilo de humor transgresor y visceral, que mezcla lo absurdo, lo grotesco y lo existencial, lo que le ha convertido en una figura destacada de la comedia alternativa en España. La manera que tiene Ignatius de adentrarse en el humor se asemeja a la manera que tenía Gil Scott-Heron de contar/cantar historias y es ahí donde me encuentro, en la fricción entre ambos. En la fricción entre el contar y el no contar.
Gilbert Scott-Heron fue un poeta del soul y el jazz, músico y autor, conocido principalmente por su trabajo como intérprete de Spoken Word en los años 70 y 80. Él acuñó la frase “La revolución no será televisada” En un breve fragmento proveniente de Black Wax, la película-concierto de Gil de 1982 titulado “That Must Be Deep” Gil Scott-Heron despliega una ironía aguda sobre la manera en que solemos atribuir profundidad a discursos o ideas que, en realidad, pueden ser vacíos o pretenciosos. Durante el monólogo repite that must be deep cada vez que critica al hábito social de dar por sentado lo “profundo” solo porque suena sofisticado o enigmático, sin preguntarnos si ese mensaje realmente conecta con la realidad o con la experiencia humana.

En ese caso Gil Scott-Heron habla sobre la poesía y la poética, y usando las mismas herramientas que critica, con su voz pausada y poética, utiliza el humor como herramienta para desarmar a la intelectualidad.
En alguna ocasión, cuando alguien no entiende el chiste, o no capta la vibra o el mood, se opta por explicar la situación o el chiste. Yo creo que Gil Scott-Heron no querría esa explicación si viniera de Ignatius, no porque quisiera saberlo si no porque no le es importante. Todo ese discurso sobre la obra de arte que no debe de ser explicado porque vive por sí misma, yo la compro, lo que pasa es que creo que Gil no lo haría. A veces, no hay que explicarlo, a veces sí. Uno de los lugares donde considero que nunca hay que explicarlo es en la comedia.
Explicar los chistes es una tarea delicada, casi paradójica
El chiste se basa justamente en provocar una reacción inmediata: la risa, la sorpresa o el absurdo. Cuando lo explicas, muchas veces esa chispa se apaga. Se rompe el efecto. La comedia funciona por el ritmo, las expectativas y el remate. Cuando lo analizas, desarmas esa arquitectura. Es como abrir un reloj para ver cómo funciona: ya no da la hora, pero entiendes sus piezas. Ahora bien, ¿tiene sentido hacerlo con la poesía o con el arte?
Esta forma de hacer/entender el arte —mezclar crítica social, poesía y humor con una sinceridad brutal— me resuena poderosamente con la manera en que Ignatius Farray aborda la comedia. Ignatius no solo busca hacer reír, sino usar su vulnerabilidad, sus miedos y sus defectos como materia prima para exponer las contradicciones y absurdos de la vida cotidiana y de la sociedad. Al igual que Gil, utiliza la risa para desmontar pretensiones y para traer a la superficie lo que a menudo se oculta tras discursos elevados. That Must Be Deep.
Ambos artistas comparten el uso de la voz como instrumento de resistencia y como canal para una verdad incómoda. La autenticidad y la exposición personal son su base, porque entienden que lo realmente profundo no reside en lo grandilocuente o en la pose intelectual, sino en la experiencia humana concreta, en el dolor, en la lucha y en la honestidad que se expresa a través del humor y la poesía. Así, “That Must Be Deep” no solo es una crítica a lo superficial, sino una invitación a encontrar la profundidad en lo cotidiano, en lo imperfecto y en la risa que nos conecta con lo más real de nuestra existencia.
“La forma de ser poético es asegurarse de que hay pequeñas partes que nadie puede entender, ¿Porque necesitarías un poema para hacer las cosas más complejas?” Esto se pregunta Gil en el monólogo. Su respuesta: that must be deep.

Esto, no sé porqué, me resuena al episodio 053 de Segunda Acepción en el que Ignatius Farray y Miguel Maldonado hablaban sobre la palabra patraña. Al ir a la zona de comentarios de YouTube pude encontrar un comentario muy clarificador, decía así: “todo el show de Ignatius es una patraña y por eso es el mejor titiritero”. Es solo cuando la patraña o lo pretencioso se vuelve real, cuando se puede empezar a tratar como algo cotidiano, mientras siga siendo algo que ocurra en lugares intrínsecamente elitistas, siempre tendrá un halo de superioridad moral. En cambio, si esas patrañas o pretenciosidades ocurren en un espacio cómico, el chiste se hace real.
That must be deep es una manera performática de reaccionar ante cosas que potencialmente podrían llevarte a espacios poéticos, pero que se quedan en patrañas.
Bibliografía
- Gil Scott-Heron, Con las horas cantadas, traducción de Ben Clark, Madrid, Kriller71 Ediciones, 2017.
Webgrafía

Deja un comentario