Si los sueños creaban un mundo para García Márquez, García Márquez
podía crear un mundo para los sueños
| David Palomo Fernández |
Siempre supe, en ese futuro visto desde el pasado («muchos años después… había de recordar»), que García Márquez sería dueño de los sueños infinitas veces. Lo supe desde el principio, en cuanto leí aquella primera e inolvidable frase de la literatura universal: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». Y por ello, muchos años después, frente a Cien años de soledad, había de recordar aquella tarde remota en que García Márquez me llevó a conocer el sueño.
Para Gabo, uno de los exponentes del realismo mágico, el sueño conforma una herramienta clave para representar ese movimiento literario a caballo entre la realidad y la ficción, porque ahí, en los sueños, todo parece atemporal, inconexo, mágico; lugares desdibujados y una trama sobrenatural que, aun así, parecen chivarse sobre la realidad. Por ello, parte del éxito de la narrativa y su corriente literaria está en sus sueños. Cuando leo sus textos, lo veo a él, supersticioso, descalzo y sentado en su escritorio con una flor amarilla al lado, un amarillo de Macondo, y me pregunto con qué estaría soñando para escribir así: tan real, tan ficticio… Seguramente soñaba con sueños.
En 1995, en una entrevista para TVE con Ana Cristina Navarro, confesó que su gran sueño era «ver la vida desde la muerte»; algo muy del realismo mágico y muy de Gabo. De hecho, él mismo escribió: «Aquel sueño ejemplar lo interpreté como una toma de conciencia de mi identidad». Posiblemente no solo se refería a su identidad personal, sino también a su identidad narrativa, ya que su forma de contar los sueños, el lenguaje que empleaba para ello y las historias que le venían a la mente también eran un indicativo de su visión del mundo: la de un soñador. En la misma línea, en Cien años de soledad hay algunas frases, de un García Márquez agazapado tras ellas, que presentan ciertos dejes autobiográficos: «Los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores». ¿Quién no se imagina a Gabo soñando solamente por la nostalgia de los sueños?
Con todos estos ejemplos, es evidente la importancia del sueño, tanto como recurso narrativo como a nivel personal para García Márquez, pero, ¿y qué pasa con su literatura? ¿Dónde y cómo aparecen los sueños en sus obras? El sueño aparece de dos formas diferentes en la obra de Gabo: o bien como sujeto o argumento de sus escritos, es decir, lo que soñaba era la masa desde la que hacía literatura; o bien, como objeto o invención, o sea, era García Márquez quien inventaba los sueños de sus personajes.
El sueño como argumento; escribir sobre lo soñado
La idea de lo soñado como motor de su literatura resalta, sobre todo, en la antología Doce cuentos peregrinos. De hecho, en el prólogo de esta, confiesa:
«Ha sido una rara experiencia creativa que merece ser explicada, aunque sea para que los niños que quieren ser escritores cuando sean grandes sepan desde ahora qué insaciable y abrasivo es el vicio de escribir. La primera idea se me ocurrió a principios de la década de los setenta, a propósito de un sueño esclarecedor que tuve después de cinco años de vivir en Barcelona»
Gabriel García Márquez – Doce cuentos peregrinos
Aquí hace evidente esa importancia de un sueño para potenciar su creatividad y su escritura. En concreto, lo que soñó fue que acudió a su propio funeral y esa experiencia onírica le pareció «un punto de partida para escribir sobre las cosas extrañas que les suceden a los latinoamericanos en Europa». Tanto, que le sirvió para continuar con Doce cuentos peregrinos, pues ese sueño fue un «hallazgo alentador», y «no encontraba por dónde seguir». Para García Márquez «el sueño (lo fantástico) es la reflexión más fiel de la realidad objetiva (lo real)», a tal punto que aspiraba a narrar el cuento tal como sucedía en él: «En poco más de un año, seis de los dieciocho temas se fueron al cesto de los papeles, y entre ellos el de mis funerales, pues nunca logré que fuera una parranda como la del sueño».
Ahora bien, el sueño como argumento no solo se observa en Doce cuentos peregrinos. Hay escenas concretas de Cien años de Soledad, que antes de pasar por el papel pasaron por los sueños del autor, como el «sueño de las habitaciones iguales«. Este lo describió el propio Gabo de la siguiente manera, en una entrevista en el programa radial ¿Cuál es su hobby? de la Emisora HJCK:
«Sueño que estoy en una habitación cuadrada, de paredes lisas, sin otra comunicación con el mundo exterior que una pequeña puerta cerrada. Abro la puerta y al salir de la habitación me encuentro con otra exactamente igual: cuatro paredes lisas y al frente una pequeña puerta cerrada. Intrigado, abro esa segunda puerta y me encuentro en una tercera habitación exactamente igual a la anterior y luego en una cuarta y en una quinta y en una sexta…». Para el escritor, esa sucesión de galerías no tenía fin, pues, en realidad, no se había salido nunca de la primera habitación. «Lo que realmente ocurría era que yo estaba saliendo indefinidamente de una habitación para entrar indefinidamente a ella misma»
Gabriel García Márquez
Más tarde, sería en una de las escenas de Cien años de soledad donde el personaje José Arcadio Buendía experimentaría ese mismo sueño. García Márquez clasificaba a este tipo de sueños como «pesadillas perfectas», uno de los tres tipos de pesadillas que el autor contemplaba, según contaba en la entrevista; las otras dos eran las pesadillas terroríficas o las absurdas. Con terroríficas se refería a las pesadillas de a pie, de «una clase inferior», «vulgares», aquellas que dan miedo, o más bien susto, y que normalmente están representadas por los tópicos del terror: “serpientes”, “arañas”, “ser perseguido”, “escaleras de caracol infinitas”. Por otro lado, con «pesadillas absurdas», se refería a esas a caballo entre el «hobby» y «la esquizofrenia», es decir, la mezcla de elementos cotidianos con paranormales, como la levitación en mitad de una siesta. Y solo aquellas pesadillas, que después aparecerían en sus obras, eran las «perfectas», las que producían verdadera angustia y que incluso reflejaban un miedo interno. Para García Márquez era esencial que no lo despertaran si intuían que padecía de una «pesadilla perfecta durante sus sueños», porque cada nuevo horror en la mente de Gabo podría dar la receta para un cuento maestro.
El sueño como invención; escribir sueños
Y obviamente, si los sueños creaban un mundo para García Márquez, García Márquez podía crear un mundo para los sueños. Aquí es donde aparece el sueño como objeto o invención: la mano del escritor es la que domina al sueño, y no al revés.
En el cuento Me alquilo para soñar, perteneciente a Doce cuentos peregrinos, García Márquez presenta al personaje de Frau Frida, inspirado por una mujer real que conoció en Viena, y cuya historia lo sorprendió sobremanera: ella contaba que era capaz de predecir el futuro a través de lo soñado. En el cuento, Gabo menciona que a Frau Frida, desde pequeña, sus sueños le permitían anticipar eventos, como la muerte de su hermano menor, atragantado con un caramelo, a quien le había aconsejado no comer dulces, previendo la tragedia. La capacidad de presagio mediante los sueños está inspirada en hechos reales (la mujer vienesa), pero el sueño en concreto (anunciar la muerte del hermano atragantado) es pura invención de Gabo. Por lo tanto, aquí el sueño funciona como una pieza mágica (anunciar la muerte de su hermano) para encajar un puzle real (la historia de la mujer vienesa). De nuevo, realismo mágico a través del sueño, pero esta vez, el sueño es un invento para contar la historia, y no es la historia soñada la que da pie al cuento.
El sueño como invención también aparece en El amor en los tiempos del cólera, donde García Márquez desarrolla la psicología de dos de sus personajes principales, Fermina Daza y Florentino Ariza, a través de sus sueños, y esto hace que alcancen una complejidad que el escritor no sería capaz de conseguir sin acercarse al inconsciente de estos. Inventarse los sueños de otro es una manera de ahondar en sus laberintos emocionales, sin mostrar acciones, ni formas de expresarse, ni pensamientos conscientes. Como por ejemplo en:
«No se le escaparon ni los sueños. Una mañana en que Fermina Daza contó que había soñado con un desconocido que se paseaba desnudo regando puñados de ceniza por los salones del palacio, doña Blanca la cortó en seco: -Una mujer decente no puede tener esa clase de sueños». Gracias a este sueño de Fermina Daza podemos observar elementos de morbo y deseo (un desconocido paseándose desnudo) mezclados con el paso del tiempo y la vejez (puñados de ceniza), ambos claves en la personalidad, el conflicto interno y el desarrollo del personaje.
Mientras, para el personaje de Florentino Ariza tenemos este otro ejemplo: «Se dio cuenta de que había dormido sin saberlo, soñando que no podía dormir, con un sueño perturbado por la cara de rabia de Fermina Daza».
En este caso, García Márquez forma un entresijo de sueños en el que, de nuevo, se acerca al realismo mágico desdibujando la barrera de lo consciente, pues Florentino Ariza, durmiendo, sueña que no puede dormir, y encima sin saberlo. De esta manera logra explicar que la obsesión de Florentino Ariza por Fermina Daza existe tanto consciente como inconscientemente. Además, de entre todas las muestras que hay a lo largo de la obra, también cabe destacar la siguiente:
«Además, esta vez no era una fantasía: su marido estaba despierto a las dos de la madrugada, y se había incorporado en la cama para mirarla dormida, pero cuando ella le preguntó por qué lo hacía, él lo negó. Volvió a poner la cabeza en la almohada, y dijo:-Debió ser que lo soñaste».
Hay una contradicción entre “no era una fantasía” y “debió ser que lo soñaste”. Sin embargo, la contradicción no imposibilita la capacidad de entender la lucha de ambos personajes, de hecho, es algo natural en términos amorosos y oníricos. Juegos de sueño como este se repiten insaciablemente en El amor en los tiempos del cólera: la palabra “sueño” (y “ensueño”) llegan a aparecer hasta cincuenta y un veces a lo largo de la obra.
Por último y por supuesto, otro de los fragmentos más icónicos de su literatura onírica es el comienzo de Crónica de una muerte anunciada:
«El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. “Siempre soñaba con árboles”, me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. “La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros”, me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte».
García Márquez utiliza el sueño como mecanismo de presagio; es la forma de hacer sentir al lector que Santiago Nasar no solo piensa en la muerte, sino que la siente acechando. El sueño aquí conforma la barrera emocional entre la realidad y el destino.
En definitiva, los sueños en la obra de Gabo no son meros adornos narrativos, sino una clara manifestación de su forma de comprender el mundo, de mostrárselo al lector y de entender la escritura. El escritor colombiano soñaba al dormir, al experimentar, al contar y al ser. Así que la próxima vez que lo leas, asegúrate de estar bien despierto o bien dormido porque leer a García Márquez es lo más parecido a soñar.
Bibliografía
- García Márquez, G. (1967). Cien años de soledad. Editorial Sudamericana.
- García Márquez, G. (1992). Doce cuentos peregrinos. Mondadori.
- Torres, L. G. (2014, abril 18). Gabriel García Márquez, el maestro del realismo mágico que sí tiene quien le lea. RTVE.
- Centro Gabo. (s. f.). Los 3 tipos de pesadillas según Gabriel García Márquez. Fundación Gabo. https://centrogabo.org/los-3-tipos-de-pesadillas-segun-gabriel-garcia-marquez
- Casaña, D. (2023, 15 de abril). ¿Cómo usar las pesadillas? Letras Insomnes. https://letrasinsomnes.com/como-usar-las-pesadillas/

Deja un comentario