Un estudio de voces
Juan Calera
Antes, de empezar, unas palabras preliminares
Ciudad sin mar es una composición formada por tres poemas que, a su vez, engendran uno más. La observación de un paisaje urbano pasa aquí por el tamiz de tres niveles de percepción: el más directo y espontáneo, el que conjura las emociones personales y el que ahonda en la esencia real de lo observado. Estos tres niveles asumen el papel de voces que, en principio, se presentan individuales, pero que terminan uniéndose para formar el cuarto poema. En este, la simultaneidad vocal, al igual que la coincidencia de visiones en la realidad, dependerá de factores diversos: la cadencia rítmica, los vínculos semánticos o fonéticos, la disposición gráfica, la incompatibilidad de todo lo anterior… Esta obra, por lo tanto, es un poema en cuatro partes que funciona igual que una composición musical cuyas voces son presentadas primero en forma de monodías y, finalmente, como una polifonía. Ciudad sin mar es una partitura.
A las voces del Molino de Santa Isabel. A las Molineras
Voz primera
Esta ciudad no tiene mar,
pero se presenta, al fondo,
se está presentando inmóvil el mar hasta el temblor de la cuesta.
Yeso en azul más allá, vapor que se pega a la tela,
siempre en cada estación seca, siempre en cada húmeda
suciedad de oveja, más allá, donde se rajan las lentes.
Antes, aquí, cantan dulces las farmacias, derraman fósforo
los toxicómanos, siete agentes apalean un cachorro y ancianos que engendraron
piden cita en las barras desde sus balcones.
Esta ciudad que no tiene mar
presenta mar
o el mar se está presentando
solo.
Voz segunda
Pero lo veo, el mar,
al fondo, lo veo porque estoy alzado
aunque no recuerdo haber pedido nada.
Es azul, como debe ser, pese a la punzada de las grúas,
pese a los paraguas y las cafeteras, es azul porque mis ojos fueron rajados.
Esta ciudad me bautizó las rodillas cuando mi sexo era blanco
y todo el aire azul, realmente azul,
se lamían los ladrillos, bailaba la saliva entre semáforos, alguien cantaba
y yo respondía desde mi cama.
En esta ciudad el mar
luce el azul
de la polución,
falso.
Voz tercera
No lo sabéis. No lo veis.
El agua vive por debajo.
Y se mueve desde antes del sudor.
El agua se goza a sí misma, forma venas
para la piel de las mañanas, para la carne de las tardes,
canta para lavar los rostros.
El agua no se amarra, danza
y podría devastar vuestros hogares,
pero los mantiene en pie.
No necesita mar esta ciudad
porque celebra el sexo del barro,
sabedlo,
idiotas.
Polifonía




Sobre Juan Calera:
Juan Calera (nombre artístico de Juan Gómez Espinosa) nace en Madrid (España) en 1979. Ha publicado sus creaciones en revistas literarias (Casapaís, Enjambres, Kametsa, El coloquio de los perros, Silencios) y en obras colectivas como El cielo en movimiento (Dos Bigotes, 2015) o la antología Salida de Emergencia (nosomoscómodos, 2005). Fue uno de los autores recogidos por la International Poetry Review de la Universidad de Carolina del Norte dentro de su número especial «Spain s poetry of experience (2009)». Interesado por la multidisciplinariedad, colabora con revistas musicales y filológicas como articulista, investigador y crítico y con artistas de diversos ámbitos. Es doctor en Filología Hispánica y titulado superior de Música.

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