Cinco poemas de Barbarella D’Avecedo

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Barbarella D'Acevedo, poeta cubana.

A sus 40 años, Barbarella D’Acevedo es una de las voces poéticas más notables del panorama poético cubano. Más aún si tenemos en cuenta que, a esa edad, muchos escritores son considerados aún artistas de una gran proyección en un proyecto, el de escribir, que puede alcanzar su nivel más alto tanto en la adolescencia -véase Rimbaud- como en la senectud -Joan Margarit-.

La proyección de d’Acevedo, traducida en idiomas como el francés, el inglés o incluso el esloveno, va aún más allá si tenemos en cuenta que, a lo largo de los últimos años, ha cultivado diferentes géneros. A través de novelas, relatos, poemas, textos teatrales o incluso piezas de carácter periodístico, ha buscado dar forma a una singular voz con la que la intimidad de la poeta se expande sobre el mundo para envolverlo como una forma propia de mitología. Así lo atestigua, de hecho, uno de los títulos que tiene publicados en España: Érebo (Aguaclara Libros, 2022).

Desde La Habana, ahora comparte con Capítulo 73 un adelanto de su nuevo poemario, Semana Santa. Con un lenguaje que aparenta naturalidad, D’Acevedo desgarra el velo de lo religioso para desdoblar cualquier forma de ideario colectivo. De este modo, sus versos adquieren una categoría trascendente: se convierten en una religión que se examina (lingüística y moralmente) a sí misma; en una doctrina que deconstruye conceptos como el cuerpo y la duda hasta fundar, desde la palabra y sus imágenes, una fe de las ausencias.

'Semana santa', imagen del pintor cubano Ramón Unzueta.
‘Semana santa’, imagen del pintor cubano Ramón Unzueta.

Estigma

pobre de Adán sometido en el sexo por Lilith
bajo el cuerpo de Lilith
pobre de Adán expulsado por causa de Eva del paraíso
pobre Lot vencido en el amor por sus hijas
escapó de Sodoma para ser padre de sus propios nietos
pobre de aquellos cuyos hijos nacen hembras
mísero Sansón
y las víctimas de la meretriz de Babilonia
la mujer desde el principio manzana y serpiente
justo y santo no tienen femenino en el antiguo hebreo
no hubo así mujeres santas y mucho menos
justas
en la tierra
de los viejos patriarcas
mujeres esclavos y paganos siempre la misma cosa
un estigma
pobres los hombres
pobres los hombres
pero bienaventurado siempre Dios y su creación
pues a todo le otorgó soplo divino
incluso a sus obras más imperfectas
bienaventurado Dios
incluso en sus obras más imperfectas

Samaritana

La mujer agua ofrece.
Gesto simple…
No anticipa a quien dio de beber.
podría ser cualquiera,
uno más,
otro hombre,
sediento como tantos.
Si es tiempo de milagros,
con ofrecerle agua,
a uno muerto de sed,
debería bastar.

Monte de olivos

Siempre tú
y tu tristeza
de noche
y el silencio.
Junto a la tierra seca,
el monte,
los olivos.
Y tu voz en el ruego…
Te hallabas solo, sí,
solo,
desnudo.
Los amigos no saben…
siempre está tan solo.
Tú ya eras de ceniza
en esa hora.
Me habría gustado estar
junto a tus pies.
Y al menos no dormirme
como el resto.

Resucitar

Si se pudiera resucitar
¿Qué traeríamos de vuelta?
¿Qué sueño?
¿Qué palabras?
¿Cuál nombre que perdimos?
¿Qué recuerdo de muerte?
¿Qué muerte
arrastraríamos,
de retorno
a la vida?

Imposibles

Me habría bastado con habitar tu tiempo,
serte testigo y en silencio.
Solo me quiebra que aquí
mi ahora
no coincida con el tuyo.
Siempre me rompe
lo mismo de siempre,
tú, cuerpo hecho de cruz,
que hayas pasado ya
que ya no se pueda.

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