Debes acostumbrarte a estar muriendo

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Ritual repetido los últimos viernes: ir al cine a un estreno que mi novio lleva meses esperando y, a veces, yo también, aunque por lo general descubro de qué va la película cuando entramos en la sala. Ritual repetido: gastarnos un poquito más de dinero en ir los viernes a los estrenos porque ahora -ninguno tenemos muy claro cómo y cuándo pasó- tenemos trabajo. Y eso significa que podemos gastarnos un poquito más y ser de los primeros en escribir en Letterboxd una review de, pongamos por ejemplo, Mickey 17 de Bong Joon-Ho.

Escribo ritual repetido los últimos viernes y me doy cuenta de que no es cierto. Vamos a algunos estrenos, de vez en cuando, y de vez en cuando cuadramos los horarios y vamos el lunes o el miércoles al cine. Casi todas las semanas vamos al cine tras un par de días de sopesar y comprobar huecos libres, porque cuando se acaba el turno de diez horas de mi pareja, a veces queremos ir al cine y, otras veces, queremos estar en horizontal y ponernos, por ejemplo, la entrevista de Jordi Wild a Frank Cuesta, que también nos hace pasar un rato divertido – ese pequeño guilty pleasure al que sucumbo especialmente los domingos-. Y tratamos de evitar el comecome que nos viene después por no aprovechar el tiempo, ese poco tiempo que tenemos. Nos repetimos: todo tiempo juntos está bien, fenomenal, genial, fantástico. Y es cierto. No sustituiría por nada nuestro ratito deambulando por el canal de Jordi Wild buscando la entrevista perfecta, es decir, intrascendente, que nos permita reírnos un rato de todo aquello que significa Jordi Wild, y también, disfrutar un poquito de ello.

De verdad, disfruto de todo el tiempo que paso con mi pareja. Es genial, fenomenal, fantástico, etc pero muchas veces, estoy cansada, me duele la espalda y me cuesta contar una anécdota divertida o plantear algo interesante. A él también le pasa. Y de la misma forma en que nos cuesta cuadrar los tiempos para vernos, también cuesta hacer coincidir nuestros picos de energía, así que, repito ritual repetido los últimos viernes: ir al cine a un estreno y gastarnos un poquito más gracias a nuestros sueldos de mierda y comprar no solo una entrada de cine sino un por si acaso, por si la semana que viene estamos cansados. Mi tiempo ideal, del que me gustaría disfrutar, es el del descanso, sin por si acaso. Así que el viernes compré mi tiempo de descanso y vi Mickey 17 y luego escribí una reseña muy pobre en Letterboxd porque al salir de la película a las diez de la noche yo ya me quería dormir. Así pues, aprovecho ahora los ratitos entre trabajo-universidad-lavadoras-comidas para escribir esa reseña que no pude escribir. Os presento un borrador: 

Desde que salí de Mickey 17 resuena continuamente en mi cabeza “demuestra que tienes fe en el sistema, debes acostumbrarte a estar muriendo”. De forma hiperbólica, a veces absurda, pero sobre todo lúcida, Bong Joon-Ho consigue recoger a la perfección este tiempo sobre todo hiperbólico y absurdo que vivimos [esta última frase habría quedado muy bien en mi reseña de Letterboxd], un tiempo que funciona en contra de la vida y que, sin embargo, encuentra mil dispositivos, prótesis y otros aparatos para mantenernos funcionando . Ese estar muriendo me persigue. La frase podría ser «acostúmbrate a morir continuamente» pero, no. Estar muriendo.

Mickey 17 propone un mundo distópico en que los humanos huyen de la tierra impulsados por dos motivos; la falta de expectativas que envuelve sus vidas y cierto discurso muy presente cada vez que una accede a la portada de los medios sobre ocupar nuevos territorios, purificar zonas, clasificar sujetos en pos de su productividad, eficiencia y capacidad de ceder en todo por ofrecer esa productividad y eficiencia. 

Al salir de la película tenía claro que Bong Joon-Ho había leído Realismo capitalista de Mark Fisher o quizá, como suele ocurrir, simplemente proyecté mis obsesiones. En cualquier caso tengo claro que si Fisher hubiera visto esta película la usaría de ejemplo en su siguiente libro o quizá, como suele ocurrir, ahora esté proyectando en Fisher esta nueva obsesión mía por Bong Joon-Ho -la obsesión por Robert Pattinson se remonta a una preadolescencia deseante de ser raptada por un vampiro de 200 años con una casa preciosa en propiedad-. 

Me encantaría tener una memoria prodigiosa y poder retener cada fragmento enormemente lúcido que compone el guión de Mickey 17, sin embargo, hoy -como ayer y anteayer- me persigue debes acostumbrarte a estar muriendo. También me persigue la palabra prescindible y esa pregunta que ya apunté en mi anterior artículo acerca de qué vidas merecen ser vividas. En Mickey 17 hay vidas que merecen ser vividas y otras que no. Y hay que acostumbrarse a estar muriendo. Y hay una clara reflexión sobre el régimen laboral posfordista en el que vivimos -o sobrevivimos, o nos acostumbramos a morir- y por ello, Mark Fisher está en Bong Joon-Ho:

Los trabajadores del capitalismo clásico podían adquirir un único conjunto de habilidades interorganizadas y esperar que el progreso llegara solo dentro de una estructura organizacional jerárquica y rígida; hoy en día las trabajadores siempre deben adquirir nuevas habilidades en su deambular de puesto en puesto, de empresa en empresa. En la medida en que la organización del trabajo se descentraliza, en la medida en que las redes horizontales sustituyen la jerarquía piramidal, la ventaja reside en la flexibilidad.

Realismo capitalista, Mark Fisher

En el paso del fordismo al posfordismo lo que se pierde es el largo plazo y, por tanto, no pesan tanto las capacidades, formación y habilidades sino la flexibilidad, la espontaneidad y el nomadismo. Mickey, que se define a sí mismo como una persona sin habilidades, acepta el puesto de prescindible en esa misión interplanetaria, pues la única forma de ser reclutado es ofreciendo su flexibilidad, su capacidad de adaptación a todas aquellas situaciones que le llevan a la muerte y que, no obstante, no le llevan a acostumbrarse a morir; el miedo siempre es el mismo; el miedo a no haber hecho lo suficiente, a no haber aprovechado el tiempo. El miedo a que quizá trabajar 17 horas no traiga ningún tipo de realización. Mientras resuena en mi cabeza esa maldita frase sobre acostumbrarse a estar muriendo, otra resplandeciente acude en mi ayuda: 

Solo puedo afirmar que no todos los trabajos dignifican – de hecho, no dignifica casi ninguno-.

La lección de anatomía, Marta Sanz

Solo puedo afirmar, escribe Sanz, y creo que no es poco. Esa también es una de las certezas que me acompañan; que trabajando no encontrarán nada de mí. Yo no estoy ahí. No soy nada de eso. Ya soy antes de. O eso me repito y, de nuevo; debes acostumbrarte a estar muriendo

El Capital ya no recluta a las personas, sino que compra paquetes de tiempo separados de sus portadores, ocasionales e intercambiables”

Precarious Rhapsody: Semiocapitalism and the Pathologies of the Post-Alpha Generation, Franco Berardi.

Supongo que Bong Joong-Ho también leyó a Berardi. Prescindible, eso es Mickey y, por tanto, intercambiable. Mickey 17; diecisiete maneras de intercambiar. El capital no busca personas, busca, como indicó Fisher “paquetes de tiempo”. Nos convertimos en paquetes de tiempo para comprar paquetes de tiempo e ir al cine el viernes por si el miércoles estamos muy cansadas. Supongo que sí que nos acostumbramos a estar muriendo. 

Al menos, sin querer destripar mucho, os diré, amigas, que en Mickey 17 encuentran la forma de dejar de sobrevivir, de parar de estar muriendo, bajo la fórmula de lo colectivo. Siguiendo a Marta Sanz, solo puedo afirmar que juntas podemos dejar de estar muriendo. 

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