Ya no sabremos quién era Idea

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Ya no será / ya no / no viviremos juntos / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme / nunca sabrás quién fui / por qué me amaron otros”. Con tan solo nueve versos, Idea Vilariño nos introduce en uno de los poemas que más desgarro producen en el lector. Con crudeza y claridad, habla sobre la potencialidad de un amor que ya no será, sobre los anhelos de intimidad que acaban en nada y sobre el vacío que deja la pérdida del ser amado.

Más adelante escribe: “Ya no soy más que yo para siempre y tú ya no serás para mí más que tú”. Esa constatación de la ausencia del nosotros, un nosotros que mientras se hace la vida en pareja parece infinito y un anclaje a la realidad, es lo que hace de este poema un indispensable para cualquier amante de la poesía que quiera ponerle palabras al desamor. Pocas veces se ha sabido hablar sobre el duelo que sigue al final de una relación con tanta sencillez y clarividencia.

Un amor solitario

Creo que puedo afirmar que muchas descubrimos a Idea Vilariño a través de este poema. Yo misma tengo que agradecer la existencia de un sector de Twitter que ama a las poetas tristes como Sylvia Plath o Alejandra Pizarnik y comparte Ya no asiduamente. Recuerdo haber leído sus treinta y cuatro versos y haber necesitado conocer el por qué. Qué o quién condujo a Idea a escribir algo tan desgarrador, algo que resuena en cualquiera que alguna vez haya sido abandonado por la persona a la que quiere. Una rápida búsqueda en la Wikipedia me llevó a lo que buscaba: Juan Carlos Onetti.

La convulsa historia de amor entre Onetti y Vilariño tiene un aura casi divina para los amantes de la literatura rioplatense. Y es que Onetti se casó con otra mujer en medio de la relación, circunstancia que no implicó la ruptura de los amantes. Esta tormentosa relación es rastreable en la obra de ambos.

Alejándose de cualquier sutileza, Idea incluyó en 1962 la dedicatoria “A Juan Carlos Onetti” en Poemas de amor, su título más popular. Su experiencia del amor desde la soledad y el abandono queda plasmada en buena parte de sus páginas:

“Sos un extraño / un huésped / que no busca no quiere / más que una cama / a veces”

Un huésped

“Todo iba / encaminado / ciego / rendido / hacia el lugar / por donde pasarías / para que lo encontraras / para que lo pisaras”

El encuentro

“Y me deja / ahí deshecha / amor / sola ahí / tu abandono”

Un verano

Quizás uno de los poemas que reflejan con mayor crudeza la naturaleza de esta relación es La metáfora. “Quemame dije / y ordené quemame / y llevo llevaré / —y es para siempre— / esa marca / tu marca / esa metáfora”. Vilariño lo escribió en 1989, cuando viajó a España y visitó a Onetti en Madrid. Qué brutal resulta leer a una mujer pidiéndole al amante que la abandonó que la queme con un cigarrillo y mostrándose casi orgullosa de portar esa cicatriz para la posteridad. Es en estos siete versos donde nos podemos asomar al abismo que provocaba en Idea la presencia de Onetti en su vida, su incapacidad de dejar ir aquello que la quemaba.

Confinamiento

Muchas (y supongo que muchos) nos hemos encontrado alguna vez ahí. Hemos querido a un hombre que no nos correspondía, o al menos no con la suficiente fuerza como para elegirnos. Al sentirnos abandonadas hemos jurado que no le abriríamos la puerta cuando regresase fugazmente, para luego lamentar su ausencia una vez se marchaba a la mañana siguiente. Hemos deseado odiar a aquél que amábamos. Por eso acudimos a la poesía de Vilariño como terapia o catarsis ante todas esas faltas. La hemos nombrado presidenta del grupo de mujeres con el corazón roto. Y, sin embargo, fue mucho más que eso.

Volviendo a la Wikipedia, un tercio de la entrada sobre Idea Vilariño trata sobre su relación con Juan Carlos Onetti. Por el contrario, en la de él no figura ninguna referencia a una mujer que, sin lugar a dudas, fue importante en su vida. Hemos confinado a Idea en la figura de la doliente, como si toda su existencia hubiese quedado marcada por el dolor ante el abandono. La propia poeta reflexionó sobre este asunto durante una entrevista en 1994 y admitía que Poemas de amor puede dar lugar a equívoco, puesto que esta obra fue escrita en “el colmo del dolor o de la desesperanza”. “Y entonces las horas de pasión, de plenitud, de amor compartido, la esperanza colmada, apenas se mencionan; tal vez la dicha no se escribe”, añadía.

Vilariño era consciente de que Poemas de amor es su obra más popular porque suscita adhesión, porque muchos lectores sienten esos poemas como suyos. Ella misma creía que otras de sus obras –citaba Nocturnos y No– eran más “importantes y esenciales”, pero aceptaba que Poemas de amor eran los que más habían servido al público. Así pues, hablemos de la otra Idea, la que queda oculta entre las sombras del desamor.

Mirar al exterior y verse dentro

Idea Vilariño perteneció a lo que se ha denominado Generación del 45, un destacado grupo de escritores uruguayos entre los que figuran personalidades como Mario Benedetti o la recientemente galardonada con el Premio Cervantes Ida Vitale. Al igual que muchos de sus compañeros, Vilariño mostró un activo compromiso político con la realidad de su tiempo. A través de sus versos breves, íntimos y dialogantes, se hizo eco de la cruda situación de su país y de América Latina en su conjunto, convertida en uno de los tableros fundamentales en el sucio juego de la Guerra Fría.

Estos poemas que observan y critican el triste tiempo que le tocó vivir quedaron recogidos en Pobre Mundo.

“Qué hijos de una tal por cual / qué bestias / cómo decirlo de otro modo / cómo / qué dedo acusador es suficiente / qué anatema / qué llanto / qué palabra que no sea un insulto / serviría / no para conmoverlos / ni para convencerlos / ni para detenerlos. / Solo para decirlo”

Solo para decirlo

A la vez que supo mirar hacia el exterior, Idea también fue una experta en la introspección. Supo mirar hacia su yo más profundo con austeridad y ritmo, plasmando en buena parte de su poesía sus sentimientos de soledad, nostalgia y angustia, pero también de rebeldía y vitalidad.

“Digo que no me importa / y aunque me desdijera / seguiría siendo esa / la única verdad / la última palabra”

La última palabra

“Vamos rodando y nunca / sabremos / ni siquiera / tendremos una idea / puntos de referencia”

Va rodando

«Entonces soy los pinos / soy la arena caliente / soy una brisa suave / un pájaro liviano delirando en el aire / o soy la mar golpeando de noche / soy la noche. / Entonces no soy nadie”

40

Estas son algunas de las muestras de su mirada íntima hacia sí misma.

Fue la propia Idea la que dividió su obra en torno a su voluntad de ordenar los poemas en grupos coherentes y no en diferentes tomos que recogían cuanto había escrito en determinado momento. Como ella misma explicó, hay poemas nocturnos, de amor y políticos escritos en el mismo año que pertenecen a diferentes libros. Quizás fue la propia artista la que, en su gusto por la unicidad de su obra, se relegó a sí misma a ser una poeta del desamor. El último poema de No y, por tanto, de su poesía completa dice así: “Inútil decir más. / Nombrar alcanza”.  

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