El eco de la mutabilidad de todas las cosas
Heike monogatari1, que podría verterse al español como Canto del Heike, es una epopeya nipona compuesta alrededor del siglo XIII y cuyo relato transcurre en las postrimerías del período Heian2, testigo de numerosos conflictos y cambios políticos, así como de un notable florecimiento cultural y literario. Dotada de una introducción, doce cantos y un epílogo, narra la rivalidad y lides por el poder que enfrentaron a dos clanes rivales: Heike y Genji. Inexhaurible fuente de inspiración para la literatura japonesa que la siguió, se mantiene de forma indiscutible como uno de sus mejores frutos de todos los tiempos, así como inestimable testimonio histórico y cultural. No cabe duda de que la introducción, sujeto de este escrito a que especial atención es debida, es uno de los fragmentos más culturalmente significativos, populares y con frecuencia conocido de memoria de toda la producción literaria nipona.
Como epopeya, a pesar de que sea ésta en particular una crónica épica en prosa y no en verso, es el resultado de una compilación de diferentes versiones transmitidas a través de una tradición oral, en este caso efectuada por rapsodas que tocaban el biwa (véase mediante el enlace una demostración), laúd de mástil corto con trastes tocado con un plectro o bachi3, conocidos como biwa hōshi4. El oficial, eremita, poeta y ensayista Urabe no Kaneyoshi5 ofrece una teoría sobre la autoría del texto en el capítulo ducentésimo vigésimo sexto capítulo de su famosa obra Tsurezuregusa6, considerada como uno de los mejores ensayos en lengua japonesa, a tenor de la cual Shinano no Zenji Yukinaga7 escribió el relato y se lo contó a un ciego llamado Shōbutsu8, que sería el fundador de la tradición del Heike en estrecha conexión con el biwa, para que este lo cantara. Un aspecto fundamental de esta teoría es el empleo de un sofisticado lenguaje que mezcla el estilo de escritura propiamente nipona con la china en la obra (wakan konkōbun9), dado que éste era sólo accesible a personas de muy elevada cultura. No obstante, en virtud de la naturaleza épica de la obra, no hay tal cosa como un único autor verdadero, como también nos indican cierta heterogeneidad en el estilo y buen número de analepsis que a lo largo del relato irrumpen su continuidad.

Detalle de una escena del Canto del Heike en tinta, colores y pan de oro de un artista desconocido de la escuela Kanō10 de segunda mitad del siglo XVII
Sin embargo, no es mi intención con este escrito tratar el Heike en aspectos generales: es mi deseo ofrecer a los hispanohablantes una introducción al proemio del mismo. Sirva esto de sucinta y exigua aproximación a una insigne joya de la literatura universal, que con inexhausto poder produce todavía fascinación a todo aquel lector que sobre ella descanse la mirada. Véanse a pie de página numerosas anotaciones: entre ellas la escritura original de los términos extranjeros mentados, nombres propios y el original de ciertas citas cuya traducción al español aporto sólo en el cuerpo del texto. A pesar de su considerable dificultad de lectura para el público hispano, es harto importante disponer de ellas, pues la terminología y las voces son a menudo muy complejas, y en ocasiones del todo ignotas en castellano. Bajo la interpretación del fragmento se halla un intento de traslación del mismo a nuestra lengua, que puede convenir consultar a lo largo del artículo. Espero, últimamente, en consideración de las amplias dificultades que se arrostran en este campo de estudio, haber sabido brindar al lector una comprensión suficiente para poder al menos llegar a columbrar el perenne esplendor literario de que esta introducción, que escasamente cuenta con cien caracteres, es depositaria.
A la cabeza del exordio, Gionshōja11 refiérese en la lengua nipona al Jetavana, uno de los monasterios budistas más famosos de la India, lugar donde Buda impartió la mayoría de sus enseñanzas y discursos. Fue descrito con dos pilares a ambos lados de la entrada, un estanque y exuberante vegetación con toda suerte de flores. De igual manera, se emplea para denominar lugares asociados a la fe de Gion, culto sintoísta, afiliados al santuario de Yasaka12 en Kyōto. Shōja, por su parte, tiene el significado de templo.
Decíase que en el Gionshōja había erigido un edificio de nombre Mujōdō13, adonde se trasladaba a los monjes enfermos cuando se acercaba la hora de su muerte. En sus cuatro esquinas se decía había campanas de cristal cuyos claros tonos anunciaban la mutabilidad de todas las cosas, como cierto insigne canto del Sutra del Nirvana14:
La fugacidad de todo lo mundano: la ley de la creación y la destrucción; más allá de la vida y la muerte el acceso al Nirvana es la dicha verdadera15.
La voz de la campana hace resonar un principio fundamental del budismo, punto en que es conveniente explicar el concepto de los shihōin16, elementos ideológicos fundamentales que caracterizan las enseñanzas budistas y por los que pueden distinguirse de otras, a saber: shogyōmujō, shohōmuga, nehanjakujō e issaikaiku17. Designan, respectivamente, la fugacidad o mutabilidad de todo lo mundano, la inexistencia de entidades que existan por sí mismas de forma autónoma, la serenidad a través de la iluminación, o nirvana, y la presencia del dolor en todas las cosas. A veces no se habla de cuatro, sino de tres18 excluyendo el último.
Con resonantes acentos yámbicos se alude al primero en la segunda línea, a la impermanencia de todas las cosas, noción que ha gozado de igual popularidad en la literatura europea desde la antigüedad: shogyōmujō. Por mucho que los hombres se procuren el codiciado lauro y disfruten de su poder y riquezas, todo prez y suerte de fortuna material es caduca, todo lo terrenal es pasajero. La hora fatal de su ruina los aguarda, cuando todo ello al cabo, como supiera expresar la pluma gongorina, se vuelva «en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada».
A este número de principios budistas que impregnan la obra se suma el jōshahissui19 de la cuarta línea, literalmente: «la inevitable decadencia del hombre próspero». El sal, sarasōju o sharasōju20, Shorea robusta, por otro lado, es una especie de árbol de la India, contornos y regiones himalayas. Cuenta la leyenda que la reina Maia de Sakia dio a luz a Buda Gautama con una rama de sal prendida en la mano, y, en el momento de la muerte del último, dichas flores se marchitaron y tomaron su color blanco, que desde entonces evoca su óbito y la naturaleza transitoria del mundo. Es tal la poderosa significación de las primeras líneas del Heike monogatari.
No deja de ser interesante comentar, no obstante, que en muchos casos la especie así llamada que es plantada como árbol sagrado en los templos japoneses, no es Shorea robusta sino Stewartia pseudocamellia21, de efímeras flores con cinco pétalos blancos y estambres dorados.
Volviendo a jōshahissui, dicha voz se remonta a los sutras. Dícese, v. gr., en el de El sabio y el necio22, El rey humano23, El nirvana o en el Rokudojikkyō24:
El próspero decaerá inevitablemente, el opulento lo es en vano25.
En este caso, no tiene sólo una significación general, sino que alude concretamente a Heike, ad pedem litterae clan Taira, pues hei y Taira son lecturas de un mismo ideograma26. Está vinculado máxime con Taira no Kiyomori27, líder militar que gozó de una carrera brillante, que procuró a su hijos importantes cargos en el gobierno y cuyas hijas se desposaron con miembros de la familia imperial y la nobleza. Se atribuye a Taira no Tokitada28 la célebre frase harto arrogante:
Si no eres miembro de la familia Heike, no eres persona29.
Se toma ésta de la cita de Heike monogatari:
Aquél que se rebele con este clan, no sea humano sino bestia30.
No obstante, en referencia a la la voz traducida como «bestia», «no persona», «inhumano», como reflejan literalmente sus ideogramas, ninpinin, prevalece la teoría de que ésta ha de tomarse con mayor ligereza, como un individuo a que meramente le está vedado prosperar en la corte imperial.
Tras la muerte de Kiyomori por enfermedad en 1181, sin embargo, el clan, bajo el mando de su hijo Munemori31, sucumbiría con rapidez frente a los Minamoto, también llamados Genji32, liderados por Yoritomo33, hecho que pone fin a las llamadas guerras Genpei34 y da comienzo al período Kamakura35.

Imagen del sutra Kanfugen36, considerado como texto compendiario de aquel de El loto37, en el Heikenōkyō38, colección de textos budistas ricamente decorados dedicada durante el período Heian al santuario de Itsukushima39 en 1164 por el clan Taira
Naturalmente, el poema épico que nos ocupa no sólo canta el ascenso y ruina del clan Taira, sino también la gloria del invicto clan Minamoto y su ulterior decadencia. El político Kujō Kanezane40 escribió en su diario Gyokuyō41 en previsión de ello:
La verdad de la decadencia del próspero embarga los ojos y el oído con profunda tristeza42.
En posesión de estos conocimientos, las últimas líneas de la eximia introducción resultan de los más perspicuas: de nuevo el hombre orgulloso, el altivo y soberbio, no perdura, pues la prosperidad que a sus ojos disfruta no es más que, poéticamente, el fugaz «sueño una noche de primavera». De otro modo, el hombre fiero igualmente sucumbe finalmente, pues todo él es voluble como «polvo en el viento».
Lectura del texto original en japonés:
祇園精舎の鐘の聲
諸行無常の響有り
沙羅雙樹の花の色
盛者必衰の理を顯す
驕れる人も久しからず
唯春の夜の夢の如し
猛き者も遂には滅びぬ
偏に風の前の塵に同じ
Gionshōja no kane no koe
Shogyōmujō no hibiki ari
Sharasōju no hana no iro
Jōshahissui no kotowari wo arawasu
Ogoreru hito mo hisashi karazu
Tada haru no yo no yume no gotoshi
Takeki mono mo tsui ni wa horobinu
Hitoe ni kaze no mae no chiri ni onaji
La voz de la campana del Gionshōja
Hace eco de la fugacidad de todas las cosas.
El color de las flores del sal
Revela la razón de la ineluctable caída del poderoso.
El hombre altivo no perdura;
Sólo es cual sueño de una noche de primavera.
El hombre fiero sucumbe al cabo;
Todo él es como polvo en el viento.
この記事の執筆を可能にして下さった『平家物語』の序詞をご紹介頂いた古部賢一氏に心より感謝申し上げます。
Quisiera expresar mi agradecimiento a Ken’ichi Furube por presentarme la introducción de ‘Heike monogatari’ y hacer posible la redacción de este pequeño artículo.
- 平家物語 ↩︎
- 平安 ↩︎
- 撥 ↩︎
- 琵琶法師 ↩︎
- 卜部兼好 (1282-1350) ↩︎
- 徒然草 ↩︎
- 信濃前司行長 ↩︎
- 生仏 ↩︎
- 和漢混淆文 ↩︎
- 狩野派 ↩︎
- 祇園精舎 ↩︎
- 八坂神社 ↩︎
- 無常堂 ↩︎
- 涅槃経 ↩︎
- 諸行無常、是生滅法、生滅滅已、寂滅為楽 ↩︎
- 四法印 ↩︎
- 諸行無常、諸法無我、 涅槃寂静、一切皆苦 ↩︎
- 三法印 ↩︎
- 盛者必衰 ↩︎
- 沙羅双樹 又は 沙羅雙樹 ↩︎
- 夏椿 ↩︎
- 賢愚経 ↩︎
- 仁王経 ↩︎
- 六度集経 ↩︎
- 「盛んなる者は必ず衰え、実なる者は必ず虚なし」(漢文:盛者必衰、實者必虚) ↩︎
- 平家 ↩︎
- 平清盛 (1118~1181) ↩︎
- 平時忠 「平大納言時忠卿」(1130?~1189) ↩︎
- 「平家にあらずんば人にあらず」 ↩︎
- 「此一門にあらざらむ人は皆人非人なるべし」第一巻「禿髪」 ↩︎
- 平宗盛 (1147~1185) ↩︎
- 源氏 ↩︎
- 源頼朝 (1147~1199) ↩︎
- 源平合戦 (1180~1185) ↩︎
- 鎌倉時代 (1185~1333) ↩︎
- 観普賢経 ↩︎
- 法華経 ↩︎
- 平家納経 ↩︎
- 厳島神社 ↩︎
- 九条兼実 (1149~1207) ↩︎
- 玉葉 ↩︎
- 「盛衰の理、眼に満ち耳に満つ、悲しきかな」(漢文:盛衰之理、満眼満耳、悲哉) ↩︎

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