‘Resurrección’, la segunda sinfonía de Gustav Mahler

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Suena la última trompeta; truenan las trompetas del Apocalipsis

Esta sinfonía es una de las cimas de la producción musical romántica tardía. Representa todo aquello que caracteriza el espíritu artístico de su tiempo: melodías emotivas, una búsqueda de la intensidad y el monumentalismo orquestal. Uno puede percibir lo poderoso que es el quinto y último movimiento en una única escucha. La primera vez que oí el estrépito del coro, dirigido por Claudio Abbado en aquella ocasión, produjo en mí una impresión que me acompañará a lo largo del resto de mi vida. Sin embargo, tengo clara la grabación que recomendaría a todos los lectores que no se consideren doctos; la legendaria interpretación dirigida por Leonard Bernstein en 1973 en la Catedral de Ely conmociona a todo aquel que puede escucharla, más aún si va acompañada de la vívida imagen del director. Nunca infravaloro lo útil que puede ser para todos los primerizos acompañar la música con un estímulo visual que nos mantenga presentes durante la escucha. Al ver a Bernstein dirigir, cualquier oyente, independientemente de su educación musical, comprende la magnitud de lo que se está creando en ese espacio.

Mahler creó un programa narrativo para su obra en el que describe el significado de cada movimiento. El primero representa un funeral y aborda la siguiente pregunta: «¿Hay vida después de la muerte?». El segundo movimiento evoca recuerdos de momentos felices de una vida que se ha extinguido. El tercer movimiento expresa una completa pérdida de la fe y una visión nihilista de la vida. El cuarto movimiento, un Lied, refleja el renacimiento de la fe, «Yo soy de Dios, y retornaré a Dios». Finalmente, el quinto movimiento, tras retomar las dudas del tercero y las preguntas del primero, concluye con una realización del amor de Dios y el reconocimiento de la vida eterna. Solo dos movimientos de la obra, el cuarto y el quinto, introducen la voz como instrumento. El cuarto movimiento lleva por nombre «Urlicht», «Luz primigenia». El texto está extraído de Das Knaben Wunderhorn, una recopilación de cantos populares alemanes de Clemens Brentano y Achim von Arnim. En el quinto y último movimiento de la sinfonía se alcanzan tanto el clímax musical como el literario. Es el más largo, de una media hora, y Mahler hace en él un uso completo del coro. El compositor toma los ochos primeros versos del poema Die Auferstehung, La resurrección, escrito por Friedrich Gottlieb Klopstock, pero omite los cuatro últimos y completa con veinticuatro escritos por él mismo; en total se compone de treinta y dos versos. Esto es una clara muestra de la búsqueda de expresión individual que tanto perseguían los compositores románticos. La larga duración de la obra puede disuadir a muchos; por ello, en la traducción de hoy nos centraremos únicamente en el quinto movimiento de la misma con el objetivo de que algún lector valiente dé el paso de escuchar al menos ese gran fragmento final. Mahler lo describe en profundidad de la siguiente manera:

Una vez más debemos enfrentarnos a preguntas aterradoras, y la atmósfera es la misma que al final del tercer movimiento. Se oye la voz de Dios. El fin de todo ser ha llegado, el juicio final se acerca y el horror del día entre los días se cierne sobre nosotros. La tierra tiembla, las tumbas se abren, los muertos se levantan y marchan en eterna procesión. Los reyes y los mendigos, los justos y los impíos, todos avanzan. El clamor por la misericordia y el perdón resuena estremecedor en nuestros oídos. Los lamentos se hacen cada vez más terribles. Nuestros sentidos nos abandonan, toda conciencia muere a medida que el Juez Eterno se acerca. Suena la última trompeta; truenan las trompetas del Apocalipsis. En el escalofriante silencio que sigue, apenas podemos distinguir un ruiseñor lejano, un último eco trémulo de la vida terrenal. Se oye entonces el suave sonido de un coro de santos y huestes celestiales: «¡Resucitarás, sí, vas a resucitar!». Entonces aparece Dios en toda su gloria. Una luz maravillosa nos llega al corazón. Todo está tranquilo y dichoso. He aquí: no hay juicio, no hay pecadores, no hay justos, no hay grandes ni pequeños; no hay castigo ni recompensa. Un sentimiento de amor abrumador nos llena de conocimiento dichoso e ilumina nuestra existencia.

Extracto del programa escrito en 1901 por Gustav Mahler para una interpretación de su segunda sinfonía en Dresden.

Comentario de la traducción

El primer problema no los plantea «gesät», significa «plantado», pero, al estar utilizando la segunda persona («florecerás»), esta traducción por equivalentes no me convencía. Utilicé la unidad pluriverbal, «de entre la tierra», que soluciona el problema y suma a la imagen del cuerpo sin vida enterrado que resurge al florecer. En el siguiente verso, cambié «El Señor de la cosecha» por «El Señor y su cosecha», que atribuye un sentido más divino a la frase. En la tercera estrofa, compuesta únicamente de dos versos, empieza el diálogo con su propio corazón (algo que tendré en cuenta al traducir las siguientes estrofas) y, con él, los versos más íntimos y conmovedores. La séptima estrofa es la más larga y, en mi opinión, la de mayor valor poético. Por ello, procuré emplear un léxico más evocador. «Aleteo» como traducción de «flügeln» está muy lejos de ser perfecta, pero el movimiento de las alas con cierto forcejeo ilustraba la escena sublime en la que rompe con el dolor y la muerte, ambos personificados. Por último, «heißem» («acalorado», siendo «calor» la traducción inmediata de «heiß») ha acabado siendo «exaltado», simplemente porque complementa mucho mejor a «afán». Les dejo con el texto que recomiendo lean acompañado de la música (véase el 54:52 si desean escuchar únicamente el último movimiento o el 1:15:30 si desean empezar a escuchar desde la entrada del coro).


V. Im Tempo des Scherzos
Aufersteh’n, ja aufersteh’n wirst du,
Mein Staub, nach kurzer Ruh!
Unsterblich Leben
Wird der dich rief dir geben.

Wieder aufzublüh’n wirst du gesät!
Der Herr der Ernte geht
Und sammelt Garben
Uns ein, die starben.

O glaube, mein Herz, o glaube:
Es geht dir nichts verloren!

Dein ist, was du gesehnt!
Dein, was du geliebt, Was du gestritten!

O glaube:
Du wardst nicht umsonst geboren!
Hast nicht umsonst gelebt, gelitten!

Was entstanden ist, das muß vergehen!
Was vergangen, auferstehen!
Hör' auf zu beben!
Bereite dich zu leben!

O Schmerz! Du Alldurchdringer!
Dir bin ich entrungen!
O Tod! Du Allbezwinger!
Nun bist du bezwungen!
Mit Flügeln, die ich mir errungen,
In heißem Liebesstreben,
Werd' ich entschweben
Zum Licht, zu dem kein Aug' gedrungen!
Sterben werd' ich, um zu leben!

Aufersteh'n, ja aufersteh'n wirst du,
Mein Herz, in einem Nu!
Was du geschlagen,
Zu Gott wird es dich tragen!

¡Resucitarás, sí, vas a resucitar
polvo mío, tras un instante!
Vida eterna
te concederá aquél que te creó.

¡Florecerás de nuevo de entre la tierra!
Ya viene el Señor y su cosecha,
recogerá un haz de hierbas
hecho de todos nosotros, los muertos.

Oh, cree, mi corazón, cree:
¡Nada de ti se ha perdido!

¡Tuyo es todo lo que anhelabas!
¡Tuyo, todo lo que amaste, todo por lo que luchaste!

Oh, cree:
¡No has nacido en vano!
¡No has vivido ni sufrido en vano!

¡Lo que ha surgido debe perecer!
¡Lo perecido resucitará!
¡Deja de temblar!
¡Prepárate para vivir!

¡Oh, Dolor! ¡Tú, que te abres paso entre todo!
¡Me he liberado de ti!
¡Oh, Muerte! ¡Tú, que triunfas sobre todo!
¡Ahora te ves vencida!
Con un aleteo por el que luché,
en un exaltado afán de amor,
yo me elevaré
hacia la luz sobre la que nunca un ojo se ha posado.
¡Moriré para poder vivir!

¡Resucitarás, sí, vas a resucitar
corazón mío, en un instante!
¡Todo lo que has latido
te llevará hasta Dios!

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