Desolación de ‘La quimera’

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Parte 1: Desolación. 21/04/2024

La quimera parte de una idea fantástica: plantar delante de la pantalla a una banda de ladrones de tumbas que tienen la esperanza de hacerse ricos y hacer que estén capitaneados por un dandi que acaba de salir de la cárcel y nunca se cambia de traje (Josh O´Connor), cuya motivación para profanar tumbas no es la riqueza sino encontrar a su amor perdido. Cada cual con su quimera. Y hasta aquí todo bien, ya que es una premisa tan inusual, tan poética a su manera, que casi sostiene por sí sola la película. Porque el desarrollo de esta a mi parecer deja mucho que desear y su problema tal vez no sea su absoluto desentendimiento de las convenciones narrativas (lo cual puede ser incluso una bendición), sino que avanza sin ningún sobresalto dramático y escasos sobresaltos poéticos. Como si la directora no supiera ir más allá de las seis líneas con las que he descrito la peli. Como si lo importante estuviera siempre enterrado, pero no haya alcanzado a mostrarlo.

Gardel escribió en su tango más famoso: “Tengo escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna de mi corazón”. Es decir, la quimera como concepto es imposible y aun siéndolo puede ser fortuna. Luis Cernuda, sin embargo, en su poema Desolación de la quimera hacía al animal mitológico homónimo lamentarse de la despreocupación de los hombres por los deseos irrealizables con los que antaño nublaba su cabeza para acabar devorándolos:

Bien otros fueron para mí los tiempos

Cuando feliz, ligera, hollaba el laberinto

Donde a tantos perdí y a otros tantos los dotaba

De mi eterna locura: imaginar dichoso sueños de futuro

Esperanzas de amor, periplos soleados

Mas, si prudente, estrangulara al hombre

Con mis garras potentes, que un grano de locura

Sal de la vida es […].

En la película de Rohrwacher la quimera anda desolada desde muy al principio, ya que los deseos de los personajes se nos presentan de forma completamente artificiosa (la del protagonista en la primera escena cuando, en un inicio que funciona por ingenuo, su mujer perdida se le aparece en sueños para decirle/decirnos “soy la mujer a la que estás buscando”; el resto de ladrones de tumbas nos lo dicen directamente mirando a cámara) y parecen más una quimera narrativa que un deseo verdadero que mueva la película. De hecho, el filme empieza bastante bien pero se pierde muy pronto en un deambular de situaciones inanes que no llevan a ninguna parte. La quimera se deja ver agradablemente pero nunca con entusiasmo.

Su protagonista pasa la película en un errar meditabundo y hierático que funciona bastante bien pero que contrasta con la alegría del grupo de ladrones de tumbas, que por otra parte tampoco tienen momentos de verdadero lucimiento desde la escritura. Las escenas y situaciones que Rohrwacher conseguía con infinita gracia en Lazzaro felice (2018) aquí brillan por su ausencia, dejando la película en un limbo que no llega a ser tan divertido como quisiera y un drama que se queda en un ejercicio de melancolía diesel. Tiene, eso sí, más de una escena brillante pasada la primera mitad de película (qué genial todo lo que sucede y lo que se dice en esa playa-cementerio) que nos lleva a pensar que funcionaría mejor con un poquito menos de metraje.

Interludio. 25/04/2024

Menuda cera reparto últimamente en mis críticas. Desde hace una temporada, cuando estoy en el cine y pasa un poco más de una hora, creo que me entra una ligera ansiedad. Diré más, creo que me entra un poco de ansiedad porque me quiero echar un cigarrillo. Y diré aún más: ¿Le es vedada la crítica de cine a un tipo que se quiere poner a fumar a mitad de película y no puede? No lo sé, tal vez solo sea un pensamiento obsesivo que se me metió en la cabeza, en realidad tampoco fumo tanto. Y si es real… ¿Una película verdaderamente buena podría aguantar la falta de humo en el pulmón del crítico? O ¿podría la película, eterno espejo del espectador, sustituir al humo, ser puro humo? Estoy seguro de que en el universo fílmico de Rohrwacher los críticos pueden fumar en el cine o fuman aunque no puedan. En la realidad no.

Tampoco tengo especiales ganas de hablar de cine. Pero sí de otras cosas. Aunque, por otra parte, de qué iba a hablar si no. Yo prefiero no pensar en la muerte ni en Dios. Yo tengo fe en los ojos de mi amiga Gloria o en la luna; la luna boca arriba, la luna boca abajo, la luna de costado. Entre la luna o los ojos de Gloria como objetos existentes y mi creencia por ellos, hay un trecho inexpresable que, sin embargo, tiene poco que ver con la inconsciencia. En medio de ese trecho del que no se puede hablar, hay siempre una pantalla de cine que mediatiza la realidad con más pureza que cualquier filosofía. ¿Por qué Lazzaro se queda mirando la luna cuando lo encierran en el corral en una escena de Lazzaro felice? ¿Por qué a Anna Karina le salen esos lagrimones de los ojos cuando ve La Pasión de Juana de Arco (Dreyer, 1928) en el cine? ¿Por qué alguien puede llorar viendo como llora Anna Karina en Vivir su vida (Godard, 1962) cuando ve La Pasión de Juana de Arco en el cine?

De qué iba a hablar si no.

Parte 2: La Quimera. 28/04/2024

A todo el mundo le ha gustado La Quimera. Hablé con mi compañera de trabajo, Bea, una tía fantástica y con la mirada cristalina y me explicó por qué le había gustado tanto. Dijo que para ella, el cine de Rohrwacher era como estar en una zona de confort. Me hizo feliz que para alguien haya filmografías que puedan ser una zona de confort. Para mí sería la de Fellini, aunque nunca lo pensé en esos términos ¿Cuál sería la vuestra? Bea me dijo que le encantaban los espacios liminales (o los no-lugares) en los que se mueve su filmografía; también las dificultades idiomáticas y de comunicación que recorren su cine. Pude entender así las escenas en las que ella le enseña a él, sin mayor contexto, lengua de signos. Le pareció, eso sí, que era muy similar a sus anteriores filmes.

A mí me sigue pareciendo que la película es más pobre poéticamente de lo que debería, pero también me pareció muy interesante como está llena de espacios en ruinas que deberían estar abandonados y sin embargo no lo están. Aquí, por ejemplo, sí está la fuerza poética que falta en otros elementos, y además es una manera preci(o)sa de describir a sus personajes.

Es también reseñable el comentario sobre la pérdida de la sacralidad de los ajuares funerarios que roban los tombaroli. Es decir, la profanación de su sacralidad para convertirlos en objeto de consumo. Los personajes buscan tesoros entre las ruinas y los cadáveres, pero ¿la más bella estatua funeraria pierde su valor si pierde su carácter sagrado? La película dice literalmente que estos tesoros ocultos no están hechos para los vivos y entiendo yo que es imposible que mantengan su carácter sagrado en contacto con estos. La directora decía en una entrevista que los ladrones de tumbas, en busca de la libertad, no dejaban de ser otra pieza esclava del sistema. Sin embargo, tampoco los culpa ni juzga moralmente. Y ahí posiblemente radique lo más bello del cine de la italiana, la forma libérrima en la que cada uno puede estar en el mundo, equivocado o no, dentro o no de la legalidad, pero vivos siempre, sin aspirar nunca a un palacio pero sí a poder juntarse en un corro a tocar la guitarra, con la luna encima.

La quimera es por tanto una película irregular, que, posiblemente, fascine más o menos depende del día, la hora y el humor con que la vea uno. Pero es una película diferente, de las que se hacen cada vez menos y que falla sin tener miedo a fallar. Es una película un tanto errática pero también desesperada. Por encima de todo, cada quien tiene sus propias quimeras y sus propios deseos, que reaccionarán de una u otra manera a lo visto en pantalla. E Isabella Rossellini tiene 71 años y está guapísima.

No lo tengo muy claro, he tenido que hacer dos partes que se contradicen entre ellas. No lo tengo muy claro. Tal vez la quimera no esté tan desolada. O quiero creer que no; que Luis Cernuda escribió «Siglos pasaron ya desde que desertara el hombre/ De mí y a mis secretos desdeñoso olvidara» y en otro día, en otra hora, no quiso creerse sus propios versos.

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