Una oportunidad perdida

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Has recibido una notificación. Ding Ding. Tu dispositivo ha reconocido tu huella dactilar. O tu rostro. Aa Lucía te ha enviado un mensaje por Instagram. Aa Álvaro te ha enviado un mensaje por TikTok. Has consumido tu límite de tiempo en TikTok ¿Estás segura de que quieres continuar? Ding Ding. Continuar. Aa Ana te ha enviado un mensaje por Twitter. 120 minutos de scroll. Nueva tendencia. Nuevas formas de desear. Nuevas formas de consumir. Este deseo es un producto. Este deseo es un hábito de consumo. Ding Ding. 90 minutos en Instagram. ¿Has visto esto? Es tan Bella Hadid. Es tan coquette. Es tan Sylvia Plath. Es tan cottegacore. Este deseo es taaan…. Este deseo es una categoría. Este deseo es capital simbólico.

En Twitter, el usuario @martinsalernx posteó: «Soy vertical pero me gustaría ser virtual». Sylvia Plath escribió: «Soy vertical pero preferiría ser horizontal». Fredric Jameson escribió: «Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo». Otros filósofos, pensadores, otros cuencos de capital simbólico escribieron: «Internet es la gran oportunidad perdida».

La imprenta, la radio, la TV… El progreso técnico como detonador de los procesos democráticos. Esto lo dijo Hillary Clinton. Esto lo dijo Al Gore, ex-vicepresidente de los Estados Unidos. Wael Ghonim, un ejecutivo de Google, dijo:  “Si tú quieres liberar una sociedad, sólo dale internet”. La democracia cabe en un router. La democracia cabe en un Starbucks. Esto es un párrafo que cabe en un tweet.

Internet podría ser democracia y es consumo. ¿Acaso no es lo mismo? Ding ding. ¿Estás segura de que quieres continuar?

Con la web 2.0, los internautas pasaron de espectadores a creadores. Creadores de conocimientos, de comunidades, de una nueva forma de habitar el mundo. Internet es un espacio habitacional y una prolongación. La web es una prolongación del cuerpo, ¿o al revés?

120 minutos de scroll son el equivalente a 120 nuevos deseos. 120 posts de Instagram son 120 formas de reinventar tu identidad. Está bien. 120 minutos navegando por la web, en muchas ocasiones, son 120 minutos de habitar en comunidad. En Internet deseamos, consumimos, pero también pensamos juntas. 

Cuando se habla de oportunidad perdida, se imagina una imposibilidad: el fin del capitalismo en un espacio -porque Internet es un espacio- que está definido, configurado e integrado, dentro de la misma lógica que el espacio off-line. Cuando se habla de espacio online y offline, se imaginan dos escenarios que no se cruzan, que no convergen. Sin embargo, transitamos por la web de la misma manera que transitamos por el mundo: de forma no lineal y accidentada. Es más, transitamos por la web, a la vez que transitamos por el mundo. Internet es una prolongación del cuerpo, repito, el cuerpo es una prolongación de internet.

En 2010 con Un cuarto propio conectado, Remedios Zafra ya exploró el potencial que tenía Internet a la hora de determinar y reformular las relaciones laborales y sociales. Para Zafra, la web estaba iniciando un proceso de reconfiguración de nuestros ritmos tanto en lo que se refiere a lo laboral, como a lo afectivo al incrementarse las exigencias en estos dos campos. Mejor dicho, para Zafra, los internautas estaban iniciando un proceso de reconfiguración de sus propios ritmos. Internet no es un actor no corpóreo y anónimo, Internet es un espacio que creamos y habitamos. De la misma forma, Internet no es un espacio neutro, sino que responde a una ideología.

En este nuevo escenario, crear un perfil en redes supone un ejercicio de producción de una identidad coherente y una nueva forma de relacionarse con el otro. Pero no solo eso. Internet plantea nuevas herramientas de creatividad y nuevas formas de trabajar, y por lo tanto nuevas formas de relacionarnos con el espacio que nos circunda.

Ding ding. Has recibido una nueva notificación. En el trabajo. En el baño. En la cocina. En una cita. En cualquier sitio, en cualquier momento. Internet es un espacio donde convergen el resto. El proceso de creación de conocimientos normalmente ha sido entendido como un proceso solitario relegado al ámbito privado. Pero ahora esto ha cambiado. Antes de Internet se piensa, con Internet pensamos juntas.

Internet, como ya vaticinó Remedios Zafra, ha convertido el espacio privado -desposeído históricamente de los valores de prestigio y producción debido a la separación de lo público y lo privado en torno a los roles de género- en un lugar de creación y encuentro. Porque la democracia no cabe en un router pero con un router en una habitación comienzan nuevas formas de creación del yo, de conocimiento y de encuentro con el otro. Internet es un espacio habitacional desde el que se puede construir lo público.

En Infoxicación, Margot Rot sostiene que “el pensamiento debería perseguir la velocidad a la que se transforman las cosas. Pensar es estar dispuesto a transformarse”. Una oportunidad perdida es una oportunidad de repensar, de repensar juntas. 

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